jueves, 24 de diciembre de 2015

Diciembre


Mes lleno de compromisos, trabajo y ocasiones para el exceso en el cual me resulta harto complicado el mantener una rutina deportiva medianamente decente y en el cual suelo volver a las andadas de un peso por encima de lo recomendable. Además este anticiclónico y atipico final de otoño está enrareciendo el aire madrileño ocasionando que mis asmáticos pulmones no trabajen tampoco como deberían, viviendo constantemente con gran aparato de toses y estornudos que me motivan poco al esfuerzo. En fin, que me lo tomo con calma y lo afronto como un descanso mental y físico para arrancar en enero con nuevas ilusiones. Ni sansilvestres ni otras zarandajas espero. De hecho mis eventos de mes se limitan a una carrera de 10 km, que cierra mi miniciclo otoñal de diezmiles, y una fácil y oxigenante excursión de inicio de vacaciones escolares con mis hijos, de 6 y 11 años. 

El equipo
El 10 km fue la Carrera de las Empresas, multitudinario evento en el que nunca había participado y al que comparecí en la modalidad de equipo mixto de 4 integrantes (se suman todos los tiempos para la clasificación). Culminación de un fin de semana corporativo, con viernes de cierto exceso etílico y poco sueño, no llego en la mejor de mis condiciones y acabo como puedo y por no perjudicar al resto del equipo, mucho más competitivo que yo. Lo cierto es que la sudada que me pego, a fuer de provocarme nauseas desde el primer metro, purga mi organismo y me deja buenas sensaciones para el resto del día. Hay que sufrir para disfrutar después...  La carrera es durilla y transcurre en su totalidad por el Paseo de la Castellana, más o menos serán cinco kilómetros de subida y cinco de bajada. Primero 500 metros de bajada, luego vuelta y 3,5 km de subida hasta Plaza de Castilla. Bien, fuerzas aún intactas pero estómago algo inquieto. Vuelta hacia abajo, ya hemos visto a la cabeza de carrera bajar hace rato por el carril contrario, ahora toca ver a los que van por detrás. Es curioso como los ritmos van bajando hasta llegar, en esta carrera algo idiosincrática y peculiar, a la mera caminata. Me divierten los comentarios que escucho, del tipo: "Mira a Manolo, el de mantenimiento de la fábrica, ¡cómo corre el condenado!". Los cuatro kilómetros de bajada, lejos de resultarme un alivio, me van minando. Siempre me ha agobiado la amplitud del Paseo de la Castellana, me resulta espacialmente engañosa, los metros me da la sensación de que se dilatan, la línea recta me difumina las referencias y mi mente se tensa. Pero aparte de eso, no respiro bien y se acrecientan las náuseas. En el kilómetro 8 la carrera se da de nuevo la vuelta y quedan 2 kilómetros de subida (que a la postre serán 1,8, pues la carrera tiene 200 metros menos de los 10.000 teóricos). El ritmo que he conseguido llevar muy cogido por los pelos por debajo de 5 el km se me va en el 9 a 5,20. Y porque no quiero parar para no perjudicar al equipo. Revivo algo cuando en el último kilómetro huelo la meta y finalizo aliviado este 9,8 km en 47:33. Grandes marcas las de mis compañeros de equipo, gracias a las cuales acabamos en 15ª posición en equipos mixtos de cuatro, y divertido y distendido ambiente de carrera. Una bonita experiencia.



Y ya, para despedir el año, salvo imprevisto, una excursión por el Guadarrama con mis hijos aprovechando mis breves vacaciones navideñas y que es el primer día sin colegio. Mis pulmones lo pedían a gritos. El lugar elegido es La Najarra  (2.123) y la ruta, la clásica desde el puerto de la Morcuera con recorrido de la fácil cresta y regreso por el camino a media ladera desde el collado de La Najarra. Sin nieve  y con tiempo estable (cuestión básica en este caso dada la altitud y lo desnudo del terreno), es una magnífica excursión para hacer con niños pues además de hacer una cumbre, tiene el aliciente de que normalmente hay rebaños de cabras montesas en la cima, es fácil avistar buitres volando muy cerca y se puede visitar el pequeño refugio de la cumbre oeste. Todo ello en una distancia asequible, 6 km, y con un desnivel no demasiado pronunciado (350 metros +). Nosotros lo hemos hecho en unas tres horas con un montón de paradas incluidas. La única dificultad que encontraremos será alguna zona corta de pedrera en el descenso al collado de la Najarra y la búsqueda del mejor paso para salvar el primer roquedo que nos encontramos en la subida. 











domingo, 22 de noviembre de 2015

XXXVI TROFEO JOSE CANO- CARRERA DE CANILLEJAS 2015


Segunda gran clásica del asfalto otoñal madrileño que, como tenía previsto, he corrido y disfrutado. Aunque lo de disfrutar no lo esperaba antes de empezar la carrera tras un mes de entrenamientos tirando a escasos y casi siempre sufrientes y poco motivadores de cara a la cita de Canillejas. Son las servidumbres de ser asmático en Madrid cuando el pertinaz anticiclón enmierda nuestros cielos. Afortunadamente la entrada de aire frío de ayer ha limpiado la atmósfera a la par que nos ha regalado una fresca mañana ideal para correr. La carrera, vieja y veloz conocida a la que tenía abandonada desde la edición de 2011, ha discurrido según el mejor de mis planes, que era sufrir lo justo y regular para llegar al kilómetro 7,  inicio de la larga bajada hasta la meta, con fuerzas suficientes para acabar corriendo deprisa dentro de mis posibilidades. Ni un pero, casi lo consigo y sólo se me hace algo largo el último kilómetro; el resto ha sido un plácido trotar en el que he podido ir a ritmos de entre 4:30 y 5:00 sin echar el bofe, lo cual no ha dejado de sorprenderme tras los reptantes entrenos previos. Misterios del cuerpo y la mente humanos. En fin, un diez mil más en mi vuelta a los orígenes y fundamentos, en el que me he demostrado que sigo más o menos donde he estado siempre, en la clase media baja del pelotón. No pido más.







Clasificación general

domingo, 18 de octubre de 2015

XXXV CARRERA DE LA CIENCIA


Me apetecía cambio de tercio y,  tras mucho tiempo, volver a correr un diezmil por el asfalto madrileño. Y esta vieja  conocida y clásica carrera del calendario otoñal se ha cruzado en mi camino. Con la vista puesta en la otra gran clásica madrileña, el Trofeo José Cano o Carrera de Canillejas, a celebrar dentro de más o menos un mes, quería ver de dónde parto y qué margen de mejora me queda en estas escasas cuatro semanas. Con ningún entrenamiento específico, con lo que haya dejado en el cuerpo mi anarco rutina (por llamarla de alguna manera) deportiva, me planto en la salida del CSIC en la C/Serrano, en una mañana nublada pero seca y con agradable temperatura, con la sana intención de conocer dónde estoy y motivarme a ser más metódico en los próximos tiempos por ver hasta dónde llego, que sospecho que será donde casi siempre o aún peor dado mi declive físico,  que los años ya no van perdonando. El caso es no pararse y disfrutar.

Gran ambiente de atletismo popular
Y la carrera ha transcurrido más o menos como pensaba: Un primer kilómetro cuesta abajo, con una pequeña tachuela y un gran embotellamiento ralentizante pero que acabo a 5´/km. Un segundo kilómetro, Puerta de Alcalá en lontananza, intentando coger velocidad de crucero y que será el más rápido de la carrera  (4'39''); un tercero atascado en la estrecha calle Recoletos que nos deposita en el paseo del mismo nombre y nos lanza (es un decir) Castellana arriba, casi a 5'. Tres kilómetros de avenida que pican y pican cuesta arriba y se me empiezan a hacer duros, donde no me veo fresco y empiezo a sufrir. El 6º kilómetro lo hago a 5'20'' y empiezo a ver esfumarse el bajar de 50'', primer muro del diezmilero popular. Después, ya en zona de toboganes rumbo de vuelta al Ramiro, cojo de nuevo ritmo y consigo hacer los kilómetros restantes entre 4'40 y 4'50, suficiente si mi carrera midiera 10.000 metros para bajar de 50, pero tanto zigzag me ha llevado a correr, según mi GPS, 230 metros de más y a parar el crono en meta en 50''18'',  que a la postre son los que valen. Tengo trabajo por delante, a ver si consigo sacar algunos entrenamientos de calidad que me permitan poner un 4 delante de mi próxima marca en el diez mil.







Clasificación

domingo, 4 de octubre de 2015

CROSS DE LA PEDRIZA 2015




8:00 de la mañana, con cuatro años y unos kilos más que la primera y última vez que había venido a esta dura y técnica carrera, espero mientras llueve copiosamente a ir a recoger el dorsal dentro del coche. No es cuestión de tentar a la suerte tras una semana de dudas sobre si participar o no tras un proceso viral que me ha tenido casi parado los últimos días.  Pero si me hubiera quedado en casa creo que los remordimientos me hubieran causado más molestias que las que la propia carrera me generara. Así que, como casi siempre, llego con el programa de mínimos de acabar en tiempo. Prolegómenos, calentamiento y pistoletazo de salida, este año en la misma barrera de entrada del parque (6 kilómetros de clavo). Inicio por la carretera a Quebrantaherraduras, cogiendo ritmo y la carrera estirándose. Ahí vamos, sin demasiados problemas hasta Canto Cochino donde la subida hacía el Yelmo empieza pina y recia como pocas hasta los llanos de la Gran Cañada, por donde pasé hace unas semanas. Aquí me sorprende el que no tomemos la más directa senda de las Carboneras hacia la pradera del Yelmo y que sigamos por la senda Maeso, exactamente por el mismo trazado de mi último entrenamiento montañero Hace rato que dejó de llover, pero nubes bajas corren entre los riscos por los que serpenteamos en dura pendiente, ayudándonos de las manos en muchas ocasiones. En la zona de los del Acebo y la Cara emprendemos el técnico, y hoy algo peligroso por lo mojado, descenso hacia el Collado de la Dehesilla. Voy bien, lento (ya es algo constitutivo mio) pero seguro. Paso con algo de margen el control de cierre.

Entrada a la gatera de Navajuelos
Lo que sigue es, a mi entender, la parte más dura de la carrera. Es el ascenso hasta Navajuelos y su pradera, previo paso por una de las gateras por la que reptamos literalmente a lo largo del itinerario, y bajo la espectacular torre derrumbada que es el risco de Mataelvicial. Vuelvo a sufrir lo indecible trepando por estas lajas, creo que me pasa factura la semanita que he pasado. En los llanos previos a la Pared de Santillán espero recuperar, pero lo único que hago es chocarme con un muro. Además he perdido al grupo con el que iba y voy solo. Y así llego al avituallamiento y control del Collado de la Ventana, hoy cubierto por una espesa niebla. El tramo que sigue y supera el cresterío de Las Torres, cumbres de La Pedriza ya a 2.000 metros, es para mi gusto uno de los más bellos y espectaculares de las montañas españolas, pero entre que apenas se ve y la caraja que llevo no lo termino de disfrutar como merece. Sigo sin prisa pero sin pausa. En el descenso entre la parte más alta de Las Torres y el siguiente control del collado del Miradero la visibilidad es ciertamente escasa, pero gracias a la perfecta señalización de la organización no hay riesgo de pérdida.

Zona de Las Torres

No se ve un huevo
En el Collado del Miradero me tomo un respiro y como y bebo en abundancia por ver si en el descenso encuentro mis fuerzas perdidas. Y sí, surte efecto tan obvia solución. Empiezo bajando con prudencia por el bosque, donde cambiamos el piso rocoso por las traicioneras raices, y me voy encontrando mejor a medida que pasan los minutos, vamos que no es que vaya como un cohete pero hasta cojo a algún corredor. Y en el ascenso entre Cuatro Caminos y la bajada previa al Collado Cabrón  vuelvo a trotar con alegría. Y en el descenso a Canto Cochino, dejo de ir suelto y solitario y encuentro más corredores e incluso los sobrepaso. Juro que no me he dopado. Los kilómetros de propina entre Canto Cochino y la meta los hago sin demasiado problema y cuando tras 5 horas y 2 minutos acabo la carrera siento que tengo ganas de más. Muy contento la verdad, ni me acuerdo de las horas en las que me he sentido como un jabalí en una montería. Por si alguien se anima el año que viene, son 25 kilómetros y + 1.900 metros por trochas y sendas laberínticas y que van de lo empinado a lo vertical en su mayor parte.


domingo, 13 de septiembre de 2015

Una vuelta por La Pedriza Anterior


Tenía en mente otro recorrido diferente desde Canto Cochino, pero al llegar a la barrera del Parque a las 7:30 me la he encontrado cerrada. Cosas de la política "proteccionista" de este país, que privilegia al dominguero desaprensivo que duerme sus resacas en La Pedriza en detrimento del montañero madrugador. Pues nada, no queda otra que añadir unos 3 kilómetros de aproximación a Canto Cochino y cambiar de planes pues esto alargaría demasiado mi excursión. Se me ocurre subir hasta la Gran Cañada, en la falda meridional del gran macizo que es la llamada Pedriza Anterior, culminada por la Peña del Yelmo, y darle una vuelta por la Senda Maeso, que me llevará hasta el collado de La Dehesilla. Es éste un tramo que no conozco y me apetece, La Pedriza Anterior es La Pedriza en estado puro, primigenio, aquí no llegaron las repoblaciones del siglo pasado que han cubierto de pinos otras partes del parque. El paisaje es piedra desnuda, enormes bloques de granito redondeado por todas partes, jarales y alguna pradera en la parte llana que culmina los distintos escalones del macizo. Y sendas laboriosas en las que se suda cada metro de avance, como en el resto de La Pedriza. Ideales para endurecerse.  Tras 18 kilómetros y unos 900 metros de desnivel positivo he vuelto a la barrera del parque, ya abierta pero con cola para entrar, qué agobio. No me ha importado el cambio de planes, pese a todo. 


Embalse de Santillana desde la Senda Maeso
El Yelmo al fondo
La Pared de Santillán
Cerca del Collado de La Dehesila

domingo, 23 de agosto de 2015

Cerro Ventoso


Hoy mi intención era subir a la Mujer Muerta, una de las mejores excursiones del Guadarrama, para quitarme la pena del final de mis vacaciones. Pero al llegar al Puerto de La Fuenfría he encontrado toda la línea de cumbres cubierta por una espesa niebla y he tenido que improvisar un recorrido alternativo. Para variar y porque es monte que normalmente se deja de soslayo, he decidido tomar la ladera al este del puerto, y subir al Cerro Ventoso (1.965) por el directo sendero que señalizado con hitos sube hasta su alargada cima que, según recuerdo, en días claros es un estupendo mirador. Hoy, como se observa en la foto, no ha sido el caso. Para volver he bajado un poco a tientas hasta el collado Ventoso (1.892) y, una vez en él, tomar la accidentada y divertida Senda de los Alevines que, a media ladera del segundo de los Siete Picos, pasa por la bucólica pradera de Majalasna y su pico (el primer pico) y luego desciende decididamente por el pinar hasta el cruce de caminos de Navarrulaque, donde he cogido la pista que cómodamente me ha dejado en la pradera de los Corralillos desde donde he retomado la calzada hasta el coche. Un agradable periplo de unos 13 kilómetros y unos 600 metros de desnivel positivo. Luego me ha dado rabia que se ha despejado y ha quedado un día magnifico, quizás si hubiera esperado un rato hubiera podido alcanzar mi objetivo inicial. Otro día será.

Muchas nubes arriba

Senda de Los Alevines

Un recoveco de la senda

El primer pico


Juegos de sol y nubes en Siete Picos




Pradera y Pico de Majalasna

martes, 11 de agosto de 2015

Una semana, cuatro montañas

Aprovechando que estoy unos días de vacaciones por la Sierra Oeste madrileña y que voy cogiendo ritmo he podido hacer cuatro salidas montañeras en menos de una semana, para mí el mejor de los descansos. Sin prisas, disfrutando de los paisajes agostados y algo severos de estos montes del Sistema Central y saldando alguna cuenta pendiente. Lo voy contando:


  • Cabeza Lijar desde el embalse de La Jarosa:

Una omisión imperdonable por mi parte el no haber ido nunca al Embalse de La Jarosa y su maravilloso valle al abrigo de la línea de cumbres, ya por debajo de los dos mil metros pero no por ello menos hermosas, que discurre entre el Puerto de los Leones y el Abantos en El Escorial. En Cabeza Lijar (1.823) y otras cumbres cercanas como el Cerro de La Salamanca o Cueva Valiente sí que he estado en otros tiempos, así como en parajes para mí tan evocadores como Pinares Llanos o el Valle de Enmedio, pero desde La Jarosa no había subido nunca y ya tocaba. La ruta que sigo es la que encuentro más directa consultando en mapa del IGN con el que planifico la excursión y la verdad es que no me defrauda. Dejo el coche en el aparcamiento de La Jarosa II y tomo una pista señalizada hacia el noroeste que abandono en el primer cruce a la derecha que me deposita en un cortafuegos a la altura de una pista asfaltada que recorre la sierra. Subo por el cortafuegos y, poco antes de su finalización, tomo un sendero (hay un par de hitos bien visibles) que, por agradable pinar y en ocasiones fuerte pendiente, me deja en otra pista que, en pocos metros a mi izquierda, me deja en el  collado de La Mina (1.711). La cumbre de Cabeza Lijar, impresionante mirador con un bunker de la guerra transformado en pacífico refugio y balcón sobre los valles adyacentes, queda a unos minutos enlazando con el sendero GR 10 a la derecha. Los alrededor de siete kilómetros desde la salida salvan 720 metros de desnivel. Para volver y por el fuerte calor que empieza a notarse no me complico la vida por caminos que no conozco bien todavía y vuelvo por el mismo itinerario. En total habrán sido unos 13,5 km y una cuenta pendiente menos...

El cortafuegos


Valle de Los Caidos y Abantos

Hacia el Puerto de Los Leones y cumbres de La Fuenfría y El Eapinar

Cueva Valiente


  • Excursión con niños a Las Machotas (desde Zarzalejo):
Es Zarzalejo, a 1.104 metros sobre el nivel del mar y colgado en la ladera de Las Machotas a medio camino de Puerto de La Cruz Verde, uno de los pueblos del Guadarrama que mejor conservan su esencia serrana. Y allí me dirijo con mis hijo de cinco años y mi hija de diez a intentar subir a Las Machotas, por lo menos a La Machota Baja (1.410) la cumbre más llamativa de esta montaña bicéfala. Y con entusiasmo salimos por el camino que lleva al collado de Entrecabezas, que enlaza con la Silla de Felipe II al otro lado de la montaña. Como suele ocurrir en estos casos, lo divertido es subirse a todas y cada una de las muchas rocas del camino y recolectar y comer moras. Y disfrutar de la sombra del magnífico castañar  por el que discurre la primera parte de la senda, con ejemplares de gran porte e incluso con algún árbol catalogado como singular. Al final los niños deciden que, a cien metros de la cima, ya han subido bastante y tras un buen rato jugando entre las grietas y cobijos de las rocas, bajamos de nuevo al pueblo huyendo ya del resol agosteño y tras volver a ver la montaña de  nuevo con ojos de niño.


Castaño singular


Fuente del Rey


La cumbre al fondo

Un helicóptero militar y sus maniobras nos amenizan la marcha

El Escorial

El Guadarrama se disuelve

Zarzalejo y el San Benito

¡¡Una madriguera!!



  • Alto del Mirlo o Pico de Casillas por el Valle de Iruelas
Cerro Escusa 
El año pasado ya me llegué por estos pagos del oriente de Gredos para subir al Cerro de la Escusa. En aquella ocasión subí al Puerto de Casillas desde la vertiente sur del valle del Tietar, desde el término de Casillas. Y me quedó la idea de volver por aquí para volver a remontar el maravilloso Valle de Iruelas, en las cercanías del pueblo de El Tiemblo (Ávila) y llegar al puerto por la vertiente norte. Y aquí que me he venido con la intención de hacer algunos kilómetros y desniveles más ya que le voy volviendo a coger el tranquillo a la cosa. La excursión la planteo de forma sencilla: Subir por la pista forestal, al principio asfaltada, que remonta el fresco valle desde el mismo pantano de el Burguillo y alcanzar el puerto de Casillas tras nueve kilómetros de subida cómoda, a la sombra de los pinos y árboles de rivera, pero sin pausa. En época húmeda acompaña el rumor del agua del río que baja y los muchos arroyos que lo alimentan, pero hoy está todo seco. He dejado el coche en una cuneta algo más arriba de área de Las Cruceras. Una vez en el puerto, tomo la ladera de la izquierda (este) y salvo los algo más de 300 metros de desnivel hasta el  triangular Alto del Mirlo o Pico de Casillas (1768 m) por una pedregosa pista que sirve también de cortafuegos. No es montaña de gran altura pero sí que tiene bastante prominencia (301 metros) y es la única montaña de Gredos de cierta relevancia que tiene parte de sus laderas en la provincia de Madrid. <Y es un mirador excepcional de la hermosa garganta Yedra y sus castañares, del nudo de colinas y pinares que unen Guadarrama y Gredos, del mismo Valle de Iruelas, la continuidad de cumbres de la Sierra y el Valle del Tietar al sur. En la cima me encuentro con tres corremontes, únicas personas que veo en toda la mañana, y que están haciendo un largo recorrido por la zona. Un saludo y algo de charla y emprendo el descenso por la cuerda hacia el norte hasta alcanzar el llamado Pozo de Las Nieves, tradicional construcción restaurada cuya función era el proveer de hielo proveniente de las nieves del invierno. Una vez aquí abandono el camino que recorre la cuerda hacia el Cerro de Las Encinillas y el Cabezo de la Parra y atrocho hacia el oeste buscando una pista que recorre la sierra a media ladera y que, he visto en el mapa, luego se une a la pista que tomé para subir al puerto. Este tramo es espectacular, pues atraviesa una mancha de robles excepcionalmente bien conservada en este entorno pinariego y que le da una elegancia y una calma soberbias a este ya de por si hermoso paisaje. No hay senda, si acaso alguna traza ganadera, pero se bajan bien los aproximadamente 250 metros  hasta la pista que, una vez alcanzada, hay que tomar a la izquierda para, tras varios kilómetros de llaneo y ligera subida , encontrar la pista de la mañana y descender rápidamente hasta el coche. Decir que hay dos fuentes que tenían agua potable en el recorrido, lo cual ha sido muy de agradecer tras 24 kilómetros y algo más de 1.000 metros de desnivel de subida.

Subiendo al Puerto, todavía a la sombra

En el puerto

La cuerda hacia el Cabeza de la Parra

La garganta Yedra y el cerro de Guisando


Gredos hacia el oeste


El pozo de la Nieve

El alto del Mirlo desde el Pozo de la Nieve


El cerro de las Encinillas


Robles





El track en Wikiloc


  • Pico Zapatero desde Navandrinal 
La Sierra de la Paramera es una almenada alineación de montañas que separa las altas llanuras abulenses, el valle de Amblés, del valle del Alberche y la sierra de Gredos. Y otra de mis cuentas pendientes... Se ve desde muchas partes, desde Guadarrama, desde casi cualquier cumbre de Gredos desde el Oriente hasta el Circo, por supuesto desde la dura llanura con nombres de reminiscencias medievales (Solosancho, Mengamuñoz, Muñogalindo, Muñotello, La Hija de Dios...) y cuántas veces no habré dicho al verla: "Qué buena pinta tiene, algún día habrá que ir por ahí", y nunca he ido. Hasta ahora. Es la típica sierra que mantiene el privilegio de la relativa soledad gracias a su vecindad con montañas más afamadas.  Ya tenía documentado que el acceso desde el pueblo de Navandrinal (1325), al sur de la sierra quizás era el más espectacular y no me he equivocado.  La sierra tiene varias cumbres y elijo su máxima eminencia, el espigado por esta vertiente Pico Zapatero (2158). Y la ruta que tomo es la que sale de la parte más alta del pueblo (aparcar a la entrada del mismo, pues es de calles estrechas y de difícil maniobra) y en empinada pista de cemento llega a un colladito al lado de una antena. Se sigue ya en breve bajada hacia el arroyo que se ve más abajo y que se cruza para doblar a la izquierda (oeste) y seguir la pista hasta que muere al pie de la llamada Garganta del Zapatero, que se remonta casi en su totalidad hasta alcanzar la cuerda. No hay apenas sendero señalizado, si acaso algún hito, pero se sube bien casi por cualquier sitio dejando el arroyo a nuestra izquierda casi todo el rato. Se podría remontar hasta el Portacho del Zapatero pero es más directo y cómodo atrochar antes de llegar al mismo para ganar la divisoria. Una vez tomada ésta el sendero, ahora sí bastante claro, llanea para soslayar el Risco Redondo y ya dirigirse a la pirámide rocosa del Zapatero. Aquí me equivoco y sigo los hitos que no son, como puedo comprobar a la bajada, El caso es que sigo unas terrazas herbosas y llego a un punto en que no hay más hitos y veo claro cómo subir pero no cómo bajar. Me parece una trepada más difícil del I+ que he visto reseñado y mi política de cero riesgos cuando voy solo y lo apolillado de mis facultades destrepadoras,  hacen que me dé la vuelta a pocos metros del vértice de la cima. Cuando llego de nuevo a terreno más firme me cruzo con un par de corredores que veo que suben por una línea de hitos que me había pasado inadvertida y que iba más a plena cresta de la que yo he tomado. Por lo fluido que suben me parece que el terreno debe ser más practicable, pero hoy ya no tengo más tiempo y me vuelvo definitivamente. Queda pendiente volver y hacer la integral de la sierra, que promete ser magnífica. Para el regreso tomo la senda que va por la línea de cumbres hasta, ahora sí, el portacho del Zapatero (1.950) y sigo la pedregosa pista que por la loma de la llamada Sierra del Zapatero (una de las dos laderas que encierran al arroyo del Zapatero y opuesta al pico) baja de nuevo hasta el pueblo. Es un descenso fácil y ameno por las muy buenas vistas de los escarpes de esta ceñuda, adusta y berroqueña serranía y del macizo oriental de Gredos. Han sido unos 15,5 km con 790 metros de desnivel positivo,

Saliendo del pueblo

Fin de la pista, al fondo el portacho del Zapatero, a la derecha el Risco Redondo


El Pico Zapatero

Terrazas por la que subo

Vista atrás al Risco Redondo y sierra del Zapatero

Cabezo de Mijares y Puerto de Serranillos

Por ahí abajo, Navandrinal

No lo termino de ver


La Serrota, un suave "dosmil"

Valle de Amblés

Pico Zapatero

Desde el Portacho del Zapatero

Risco Redondo y Zapatero

Zapatero

Peña Cabrera


Valle del Alberche y Sierra del Valle, se ven el Mirlo y el Cerro Escusa

Peña Cabrera



  • Y una pequeña digresión sobre calzado (minimalista)
Ya va para dos años que inicié mi transición hacia el correr minimalista, natural o como quiera que se llame dado el lamentable estado de mis rodillas y lo necesario que veía el correr, si no "bien", sí de otra manera menos lesiva. Poco a poco mis zapatillas han ido disminuyendo de grosor en la suela y de drop, hasta el punto de que mis últimas zapatillas ya son completamente "cero drop", y lo más importante, mi técnica ha ido evolucionando a una pisada de medio pie o ante pie (dependiendo del terreno y el ritmo), mi zancada se ha acortado, mi cadencia ha aumentado (sin pasarse)  y en los últimos meses cualquier molestia inicial en la planta de los pies y en los aquiles había desaparecido completamente. Hasta que me cambiado de zapatillas de trail a unas zapatillas, las Merrell Bare Access Trail, que si bien no son minimalistas estrictas por el grosor de su suela (16 mm) sí son cero drop. Había pensado en ellas para tiradas muy largas que finalmente no he hecho y que culminaron con mi abandono del MAM entre otras razones por lo castigados que llegaron mis pies al segundo paso por Cotos (Km 25), pues se le suponían mayor protección que mis jubiladas y supercómodas pero de tejido superdelicado y desgarrable Merrell Ascend Glove (14 mm) y que no me han ocasionado molestia alguna. ¿Diferencia pues? : La placa antirrocas que llevaban tanto mis añoradas NB MT110 como las Ascend y no llevan la Bare Access Trail y cuya ausencia hace que acabe con las plantas muy doloridas cuando el terreno que piso, que es casi siempre por las zonas que me muevo, es pedregoso y está lleno de guijarros graníticos de todos los tamaños. Hasta he empezado a tener molestias en una rodilla. Así que mi siguiente paso será reducir grosor y sobre todo en montaña buscar una buena alternativa con placa antirrocas.