domingo, 29 de marzo de 2015

Medio Maratón de las Aceras de Madrid




Siempre tuve curiosidad por ver una carrera desde fuera y nunca había encontrado el momento de ir a una simplemente a mirar. Hoy lo he hecho aunque de una forma un tanto peculiar pero bastante disfrutona. Aprovechando que hoy era el gran día de la Media Maratón de Madrid,quizás la carrera que más veces he corrido, y que me apetecía hacer una tirada larga trotona y sin demasiado estrés, he calculado salir desde casa con el tiempo suficiente para coger al gran pelotón a la altura de la calle Velázquez (km 1 de la media) y seguirle hasta que hiciera mi propia media maratón. Así que, vivo casi en Ciudad Pegaso, al final de la calle Alcalá, me he impuesto un suave trotecillo y me he recorrido toda la calle hasta el Retiro (9 kilómetros) y, como tenía previsto, he doblado en Velázquez minutos antes de la salida para encontrarme con las calle vacías y toda la parafernalia de control de tráfico que conlleva un evento atlético en Madrid. Justo lo que buscaba. He de decir que he ido todo el rato por la acera para no estorbar y, dado que no he pagado dorsal, para no aprovecharme de la organización. Por ello he titulado la entrada Media Maratón de las Aceras de Madrid, sólo he pisado asfalto para cruzar las calles perpendiculares al recorrido. La cabeza de carrera me ha cogido en la Calle Santa Engracia. Iban como a 3 minutos el kilómetro, qué sensación de poderío me han dado. No hubiera podido seguirles ni un par de metros... Después de los pros me han ido superando el resto de élite, semi-élite, globos de 1h 20'', 1h 25'', 1h 30'' ... Vamos, a los que nunca veo por ir siempre en la parte más menesterosa del pelotón y que me han dado la verdadera medida de mis miserias atléticas. Pero me ha encantado el espectáculo de la estricta pirámide de las capacidades humanas. Cuando he llegado a mi kilómetro 21 y fin de mi media, a la altura del Ramiro de Maeztu, la gran densidad de corredores nada tenía que ver ya con el estirado y rápido grupo de las posiciones delanteras. Lo dicho, un gran espectáculo, una mañana primaveral esplendorosa en la que también he disfrutado de la arquitectura madrileña en medio de una inusual calma dominical, y un ratito de relajante ejercicio rodeado de miles de aficionados a los que he podido observar desde otra perspectiva. Y todo desde las aceras de Madrid, hoy ocupadas también a la puerta de las muchas iglesias por las que he pasado, por los ramos que esperaban ser comprados por los fieles.


domingo, 22 de marzo de 2015

LOS MOLINOS DE RIAZA - RACES TRAIL RUNNING 2015

Ha aguantado el día
Tras nueve meses sin ponerme un dorsal, ya tocaba. Y hasta me apetecía. Así que cuando Javi me propuso inscribirme no me lo pensé demasiado. Ir a la hermosa villa de Riaza, auténtica capital de mi querida Sierra de Ayllón, siempre merece la pena. Lo de correr, yo que estos meses he estado casi deviniendo en senderista, lo tenía menos claro. Y más en esta carrera, sólo 12 kilómetros y 325 metros de desnivel positivo, que prometía ser bastante rápida. Lo que yo no soy. Pero bueno, he ido con buena disposición de gestionar los seguros momentos de agonía lo mejor que mis quejumbrosos pulmones me permitieran. Y no ha ido mal la cosa. Tras un rápido primer kilómetro cuesta abajo para salir del pueblo, la ruta se interna en un bonito rebollar donde están las dos cuestas más largas y empinadas, dentro de lo que cabe, de toda la carrera. Aquí he ido regulando al trote y me he encontrado bien. Paso a Javi, que creo que ha salido demasiado rápido. Enseguida nos sacan a una pista con toboganes. Empiezo a sufrir. Justo antes de entrar en Riofrío de Riaza, kilómetro 7 (avituallamiento y media vuelta) está la última cuesta de entidad, que vuelvo a gestionar con cierta solvencia. Un traguito y a recuperar en la bajada de la misma cuesta que acabamos de subir, cruzándonos con los que la ascienden en ese momento. Ahora vamos por una senda pedregosa por terreno arbolado y cercana al río Riaza. Es trazado llano y en ligera bajada. Se me empieza a atragantar. Las ligeras cuestecillas de los kilómetros del 10 al 11 hacen que pierda al grupo con el que iba. No respiro bien, tanto rompepiernas me da flojera... Me coge Javi, que ha hecho un carrerón de menos a más. Me anima y revivo. En el asfalto del último kilómetro y pico incluso conseguimos correr más o menos de verdad y entramos casi a la par en meta. 

La simpar villa de Riaza
En resumen: Buena carrera, buen ambiente, organización sin mácula, climatología estupenda para lo que se esperaba y sensaciones acordes a mi momento de forma. Hora y cuarto casi justa de esfuerzo y una alegría: Si hubiera habido categoría minimalista habría llegado de los primeros. Mucha amortiguación y mucho drop se ve todavía en estos eventos.




Recién llegados

Mis embarradas Merrell Ascend Glove



jueves, 12 de marzo de 2015

Frustración pedricera


Un día extraño. Se me ha abierto una ventana horaria inesperada en el día de hoy y no lo he dudado: ¡A La Pedriza! ¿Dónde mejor? Lo primero que me ha hecho sentir raro ha sido la hora, desacostumbrada para mí; he salido de Canto Cochino a la una del mediodía. Lo segundo el calor, casi veinte grados. Lo sufro. Lo tercero, no raro pero sí molesto y agobiante, mis asmáticos pulmones que reaccionan a los primeros brotes primaverales y suenan cual cafeteras impidiendo que mis músculos se oxigenen. Hoy trotar, poco, cuesta arriba, menos aún. Y encima vengo de que me hagan un análisis de sangre, una leve flojera me atenaza. Pero tengo entre dos hora y media y tres y las quiero aprovechar. Planeo unir el collado de la Ventana con el de la Dehesilla por la pared de Santillán, Navajuelos y Mataelvicial o, según como vaya de tiempo, acortar desde Navajuelos al Hueso y la Umbría Calderón. Nada de eso. Me equivoco, ya a la altura del Pájaro, y cruzo el río por un primer desvío del sendero principal con la idea de no tener que mojarme los pies más adelante, como ya me sucedió el año pasado. En teoría hay un sendero a media ladera que conecta con el que lleva al collado de La Ventana. Hay trazas, incluso hitos, pero se pierden al llegar a los riscos que defienden la gran cara sur del Pájaro. Todo está lleno de ramas caidas tras el duro invierno. No veo salida. Bajo de nuevo al río, tomo otra senda, acabo en el mismo sitio. Pierdo más de media hora y al final retomo el PR y cruzo el río por donde toda la vida y sin problemas pues el caudal todavia no es muy grande... Adiós a mi plan, De todas maneras subo algún kilómetro por el bosque, hasta su límite, para que se despeje el horizonte y me pueda llevar algunas estampas del corazón de la Pedriza, que tanto me seduce. Y me vuelvo por donde he venido, llegando al coche hasta mareado. No era mi día, pero no me arrepiento de haber venido, siempre te queda algo cuando vuelves de este mágico rincón.

Cielos caniculosos y algo turbios

Bajo la sur del Pájaro

El Puro

Las Milaneras

La Maliciosa ya con poca nieve