domingo, 10 de febrero de 2013

XXIX MEDIA MARATON DE FUENCARRAL-EL PARDO. LA LEY DE LA GRAVEDAD


Hace cuatro años que participé por primera vez en esta bonita y clásica carrera del calendario popular de Madrid y no había vuelto desde entonces. El buen sabor de boca (y el dolor de piernas) que me dejó hacía que año tras año me tuviera que arrepentir de no inscribirme. Este año he querido que no me vuelva a pasar y la he elegido como primera competición de una temporada que no sé todavía muy bien a dónde me llevará. Probablemente a ninguna parte. Improvisaré como casi siempre. El caso es que, a la vista de los estragos que dejaron los festejos navideños en mi poco agraciado cuerpo para esto de los deportes de fondo, he conseguido encadenar un mes de entrenamientos semanales más o menos apañados y me he lanzado a ver qué sale.

La primera evidencia antes de tomar la salida es que estoy gordo, incluso demasiado gordo. He conseguido perder algún kilo desde principios de enero pero ando más cerca de los 85 kilos que de los 84 para 1,80 metros de altura. Pero en esta carrera, con el perfil que tiene, esto es una ventaja en los primeros 8 kilómetros, que son más o menos cuesta abajo, en algún tramo hasta muy cuesta abajo.  Simplemente con dejarme caer me pongo a 4,30 minutos el kílómetro sin ni siquiera resoplar. La ley de la gravedad... Luego se trata de gestionar sin excesos el tramo llano hasta el kilómetro 12  para no castigarse ante las largas y empinadas cuestas del maravilloso Monte del Pardo, otro de los jardines naturales de Madrid. A partir de la rotonda,  una vez pasados los cuarteles del pueblo de Pardo la carrera cambia de rumbo y entra en una de las cuestas por excelencia de las carreras de Madrid. Son más o menos 4 kilómetros de fuerte pendiente con un descanso intermedio. Pongo mi ritmillo y para arriba, llegando a la curva a derechas del kilómetro 16 (avituallamiento líquido) más o menos entero. Aquí la fuerza de la gravedad, como no podía ser menos, se experimenta con crudeza. Y eso que creo que voy asimilando y haciendo cada vez más mecánico el afán que, tras ciertas lecturas, me ha dado por intentar  correr, si no más y más rápido, por lo menos mejor. Oseasé, acortar la zancada, aterrizar con el antepié, alinear el cuerpo  y trasladar el centro de gravedad bajo la cadera. Más o menos. Una de las ventajas, dicen, es que  así se pone a la dichosa fuerza de la gravedad a favor nuestro y no en contra... No sé, pero lo cierto es que noto que mis piernas no sufren tanto como antes y me recupero múuuucho mejor. Habrá que insistir en el método.

Un traguito de agua y al lío. Otros dos kilómetros para recuperar cuesta abajo y luego a sufrir un ratito por las desiertas avenidas de Montecarmelo para volver hasta la pista de atletismo del Polideportivo Santa Ana, donde está la meta. En este tramo final las cuestas ya son una emboscada en toda regla,  empezándose a ver a corredores que han decidido andar en vez de trotar en plan zombie como yo. La última cuesta justo antes de la entrada a la pista me pone las pulsaciones al límite intentando bajar de 1h 50´. Total para nada pues al final excederé este tiempo unos segundos. Tampoco llevaba ningún objetivo concreto así que tampoco me importa. En resumen: Buena carrera y organización, buen tiempo (frío, 1 a 4ºC, pero sin viento), entorno privilegiado (ese monte del Pardo con la Sierra del Guadarrama muy nevada de fondo), trazado variado y exigente y buenas sensaciones físicas. Muy contento. Ahora a seguir bajando peso para no luchar tanto contra la gravedad.