lunes, 15 de julio de 2013

REAL SITIO TRAIL (MARATON) QUE SE QUEDA EN K-30 PEÑALARA (MEDIO MARATON), O COMO HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD...



Vamos, que esto ha sido una retirada en toda regla y el segundo pinchazo clamoroso de mi extraña temporada de carreras de montaña de este año. Causas supongo que habrá varias y por mi cabeza han pasado en las horas posteriores a la carrera. Pero fundamentalmente es que no era mi día. Desde el primer metro he sentido que no iba: Piernas pesadas, respiración dificultosa, sensación de mareo, fuerzas muy justas, ganas de andar por lugares en los que en situación normal trotaría con cierta ligereza, transpiración exagerada... En fin, una caraja del 15 y 42 kilómetros por montaña por delante, con lo cual la mente empezará a tornarse negativa y la "estrategia" para acabar la carrera que llevaba (reservar y reservar que no está el horno para bollos y el además calor va a hacer de las suyas) se irá haciendo paso a paso aún más conservadora.


Todo ha empezado algo antes de las ocho de la mañana en la Plaza de los Dolores del precioso pueblo de La Granja donde la organización del Grupo de Montaña La Acebeda ha dispuesto la salida y llegada y la recogida de dorsales. Apenas 50 corredores estamos inscritos en la prueba de maratón de la que se disputa la primera edición. No puedo evitar sentirme fuera de lugar, va a ser más difícil disimular mis carencias que en eventos más concurridos. En efecto, dan la salida y tardo pocos metros en situarme en el poco nutrido pelotón trasero, a escasa distancia de los corredores escoba-ángeles de la guarda que tanta ayuda me prestarán más adelante (¡muchas gracias chicos!). Los primeros kilómetros discurren paralelos a la tapia de los Jardines de La Granja y es terreno rompepiernas de constantes subidas y bajadas cortas y empinadas hasta el llamado Esquinazo donde el terreno se tiende y se puede correr. Si se tienen fuerzas, cosa que caigo en la cuenta que hoy no me he traido. Aunque de momento voy tirando. El primer esfuerzo algo más recio nos lo tienen reservado en la fuerte subida fuera de sendero  al cerro de la Silla del Rey. Me voy disolviendo cual azucarillo. Hago pareja con Jesús, un corredor murciano que lleva parecidas intenciones en cuanto a ritmos que yo. La bajada del cerro es franca y divertida y creo que es el último tramo que hago con alegría. La aproximación por las pistas y senderos hasta el Chozo Arangüez la hacemos andando deprisa pese a lo corrible del terreno con la sana intención de no gastar ni un ápice de fuerza para afrontar el primer coloso (y a la postre último) del día. En mi caso será en vano, espero que Jesús, al que veo alejarse poco a poco nada más empezar la subida y al que no veré más, haya conseguido su objetivo. La ascensión a la cumbre de Peñalara (2.430) por su canchal norte desde el rellano donde se asienta el refugio del Chozo Aranguez a unos 1.900 m es directa, está muy rota y tiene tramos de casi 50º de inclinación en los que las manos se tienen que apoyar en el suelo para avanzar. Es el descabello que le faltaba a mi precariedad. Lo que iba intuyendo se hace realidad: Pájara total y sin paliativos. Avanzo a duras penas y ya hago definitivamente grupeta con los corredores escoba y tres compañeros más. Aún así me maravillo de la hermosura y grandeza del entorno. Creo que es una de las zonas más salvajes y bellas de nuestro Guadarrama. Sólo por esto merece la pena la sudada y el sufrimiento que estoy pasando. Los compañeros-escobas no nos dejan ni un momento y nos animan a continuar, si no es por ellos me habría sentado y lo habría mandado todo al carajo. No lo olvidaré nunca. A mitad de subida nos alcanza y nos pasa como una centella el corredor cabeza de carrera de la media maratón, Oscar Baeza. Espectacular ver cómo avanza entre los bloques. Alguna ventaja tendría que tener ir de los últimos. Al fin, el terreno se va tendiendo y llegamos a la cumbre, hoy llena de gente animando a los corredores. Tremendo. Está mi tio Ricardo, lo cual me da fuerza para seguir y no bajarme por Cotos. Un gel, unas sales, agua y a por la cresta de Claveles. Mucha gente que va y viene, corredores destacados del K30 que adelantan. Mal sitio para aglomeraciones pero al evitar la ruta el filo de la cresta en su parte más aérea se pasa bien. En la cumbre iba el último pero enseguida tomo contacto con otros dos corredores,  Juanan y Faustino con los que ya bajaré hasta la Granja. Juanan va con el freno de mano echado conscientemente y calculando perfectamente los tiempos de paso, creo que quiere hacer con más fuerza la segunda media. También espero que lo haya conseguido. La bajada la hago trotando despacio a ver si recupero y parece que me voy encontrando mejor pero no termino de oxigenar bien y en cuanto el terreno sube un poco noto que no voy a tener fuerzas para afrontar la segunda gran subida día al puerto del Reventón y menos a pleno sol. Tomo la decisión de dejarlo en el segundo paso por el Esquinazo, es lo sensato. En dicho control me junto con Faustino que también lo deja por hoy y ya bajamos tranquilamente de paseo los pocos kilómetros que quedan hasta la Granja. Es aquí cuando tomo conciencia de dónde vengo y adonde creo que voy: A ese humilde senderista que un día quiso ir un poco más rápido. Creo que voy a dedicar el resto del verano a redescubrir la lentitud. Me queda cierta decepción pero finalmente creo que va ganando sitio en mi mente lo positivo de esta mañana en el monte: La buena gente con la que he coincidido en carrera, una organización muy volcada en el corredor con voluntarios que apoyan, sonrien y arropan en todos los controles y avituallamientos, unos paisajes espectaculares y variados, una ascensión de envergadura en el Guadarrama que, pese a todo, en mis tiempos de excursionista no habría soñado hacer en el tiempo que la he hecho. Y, un objetivo para el año que viene...



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