martes, 16 de agosto de 2011

Cabeza Nevada o Mogota del Cervunal (2.433): Lo salvaje.

Primera visión de Cabeza Nevada al rato de salir
Si lo tuyo son las montañas solitarias, las rutas fuera de sendero, los esfuerzos perseverantes y sin tregua y no le tienes miedo al dolor, si quieres sentirte como Jeremías Johnson por unas horas, esta es tu montaña. La recompensa está garantizada, pero este no es monte para pusilánimes. Entiéndaseme bien, dificultades técnicas no hay, en verano es ruta para excursionistas como yo, pero está lejos, las sendas, cuando las hay, son difusas y fáciles de perder, en muchos momentos se navega largo rato entre escobas y piornales, a veces se avanza a tientas y hay que volver por donde se ha ido para encontrar el mejor paso. En fin, una delicia para adictos a hacer el cabra.



Tras un viaje en gran parte nocturno me planto de buena mañana en el delicioso pueblo de Navalperal de Tormes. Después de alguna vuelta, encuentro atravesando la calle central del pueblo la carreterita que en menos de un kilómetro lleva al aparcamiento al lado del puente del río Tormes. Cruzo el puente y tomo la pista hacia la derecha. La ruta, que lleva al Circo de Cinco Lagunas, está señalizada con palitroques. Voy trotando en suave pendiente, cruzo un puente, sigo subiendo y, de repente, las señales se pierden en un prado entre charcos y un arroyo. Ando buscando una bifurcación, a un lado a Cinco Lagunas, al otro a la Laguna Grande, para, según mi guía tirar por la calle del medio, es decir, por la cuerda que parte de un chozo y separa la garganta del Pinar de la de Gredos. El caso es que no lo veo. Primer embarque. Avanzo (¡jamas retroceder!) entre prados y senda difusa al lado de un río.  Me estoy metiendo de lleno en la garganta del Pinar, que baja de Cinco Lagunas. Por aquí, en teoría, no es. Pero como el rumbo es claro, decido avanzar. La garganta se va cerrando, el sendero desaparece, el terreno junto al río se hace difícil. Solución: Tirar monte a través y subir a la loma de mi izquierda. Intuyo que por allí debe ir la senda. Me encuentro con el primer macho cabrío solitario del día. Me mira como diciendo, "¿y a este que se le perdido por aquí?", eso digo yo. Tras un rato subiendo y avanzando por la garganta, entre pedruscos ocultos y traicioneros y vegetación cerrada, de repente encuentro la senda. Este tramo me sirve como introducción a lo que me espera.

Cabeza Nevada y Circo de Cinco Lagunas una vez recuperada la senda

Por la ladera de la izquierda he subido

Por aquí la senda es un placer, va llaneando por el fondo del valle con mi objetivo y el circo de Cinco Lagunas al fondo. Avanzo un rato y voy rumiando que por aquí no es, que tengo que ir por la loma de mi izquierda a ganar la cuerda que me conducirá a Cabeza Nevada. Estoy en la garganta del Pinar y si sigo llegaré a Cinco Lagunas. Decisión drástica, abandono el camino (¡snif!), giro a la izquierda y tiro directo para arriba hasta la loma. Se acabo trotar, esta no es montaña para ello. La subida es pestosilla: Escobas, piornos, más piornos, hierba alta, pedruscos.... En un rato gano la cuerda y ya veo claro por dónde debo ir. Avante hacia el pico, que aquí lo domina todo. Seguimos sin senda, pero el terreno está medianamente despejado y se avanza bien. Se pasan un par de lomas suaves y una bajada nos deposita en la turbera, cruzada por arroyos, algunos secos, donde se asienta la laguna del Cervunal, también seca, y el refugio del Novillero. Lo que queda es propiamente el ataque final a la cumbre, que se levanta inmensa ante mis ojos. Hay que buscar un collado que se ve claramente entre una crestecilla (pico del Novillero, 2.194 m, y un par de cotas sin nombre) y la pedrera final de acceso a la cumbre. 

La Garganta de Gredos, por donde luego volveré, desde la loma

La cumbre, ya más cerca

La laguna (seca) del Cervunal

Parece que está ahí, pero queda la parte más dura (y por qué no, puñetera) de la ascensión. Unos 600 metros de desnivel a salvar del tirón y literalmente como se pueda. Se trata de sumergirse entre los escobares a buscar el mejor paso y en la medida de lo posible progresar por las pedreras que salpican la ladera. Llego tras muchos sudores a la cresta previa al collado. Lo lógico parece encaramarse a las rocas y avanzar hacia dicho collado, así lo intento, pero aunque no parece difícil no sé lo que me voy  a encontrar y retrocedo. Voy solo y no es cuestión de tentar a la suerte. Me desespero un poco, si bajo malo, otra vez a sufrir entre los arbustos después de llegar hasta aquí, si sigo tampoco lo veo claro. Al final voy flanqueando al pie de las paredes, incluso veo algún hito suelto que habrá puesto un alma caritativa. ¡Llego al collado! El último obstáculo es la empinada pedrera final a la cumbre. Después de lo pasado parece pan comido, el terreno es noble, los bloques, de todos los tamaños, son firmes. Un último empujón y llego a la cumbre, amplia y despejada.

Un compañero en plena faena, la promesa de la cumbre al fondo
Se le da bien subir por aquí
Me vuelvo
Terreno despejado hasta el collado
Llegando a la cumbre, una revelación.
Han sido cuatro horas sufridas, con algún momento de flaqueza psicológica, pero el panorama que se abre ante mis ojos es espectacular. Cabeza Nevada cierra el circo de Gredos por el norte y es un mirador de primer orden: El Almanzor, La Galana, el Circo de Cinco Lagunas, el Cerro de los Huertos, Risco Moreno, Los Hermanitos. No hay palabras: "El corazón pétreo de Castilla" dijo Unamuno. Catedralicio ámbito sagrado de la naturaleza, con sus torres, arbotantes y contrafuertes que se elevan hacia los despejados cielos de estas tierras. Unas imágenes valen más que mil palabras:

El Almanzor
El Morezón, Los Hermanitos, Cerro de los Huertos, Risco Moreno
El Almanzor y la Galana
Cinco Lagunas
 En la cumbre me encuentro con un nutrido y simpático grupo de montañeros de Casillas que han subido desde el circo. Se agradece alguna presencia humana tras ir por parajes tan solitarios. Para volver me aconsejan ir por Cinco Lagunas, más corto y "civilizado". Al final, tras sopesarlo, decido no cambiar mis planes y volver por la Garganta de Gredos, que es por donde he avisado que volvería, por si acaso. Inicio el descenso por la al principio ancha cresta que se dirige hacia el sur. Al poco se estrecha. Se sigue unos metros por el filo y se da un paso algo aéreo, pero enseguida se baja hacia la izquierda por un leve trazado que flanqueando la arista termina llevando a un primer portillo, el del Pluviómetro (2.332 m.). Si seguimos la cresta llegaremos a la portilla del Rey, por donde pasa el sendero a Cinco Lagunas que parte de la Laguna Grande. Decido bajar directamente a la izquierda por fuerte pendiente de terreno descompuesto y herboso a tramos para coger una senda que en amplias zetas lleva a las praderas del Gargantón, donde se junta con el camino de la portilla del Rey.  Nos vigilan el Risco Negro y el Cerro de los Huertos. Este es buen sitio para coger agua, que corre limpia y cristalina. En primera instancia pienso en bajar directamente por el Gargantón pues se junta con la Garganta de Gredos y ya que esto se está alargando más de lo previsto así podría tardar algo menos. Pero ni el mapa ni algún montañero que anda por ahí me dan una referencia del terreno que me puedo encontrar, así que para evitar males mayores voy por la ruta "oficial" que remonta cómodamente por senda a ratos hasta empedrada al Collado del Gargantón. Es la puerta de entrada al circo de la Laguna Grande, a la que se llega al poco a su desaguadero.

Cabeza nevada desde el collado del Gargantón
El circo de Gredos desde el desaguadero de la Laguna Grande

 Aquí se trata de buscar la senda que baja por la Garganta de Gredos, en la que ya me encuentro. Tras unos minutos de ir y venir entre grandes bloques y canchos encuentro unos hitos que, por la margen izquierda del torrente, ahora casi seco, bajan por su cauce.  Senda no hay, los hitos a veces se pierden, aunque en los tramos más conflictivos aparecen providenciales. Pero hay que andar atento pues es fácil enriscarse por las lanchas de piedra y los diversos escalones de la garganta. Las vistas hacia atrás y a los lados son espectaculares en este primer tramo. Tras el cierto bullicio de la zona de la Laguna Grande, aquí volvemos a las soledades. La garganta es larga, muy larga. Las horas van cayendo y no se ve el fin. A veces la progresión es laboriosa pues, como he dicho, se pierden los hitos y hay que ir y venir para evitar piornos y algún tramo complicado en los cauces de los arroyos que desembocan en la garganta. Pero en general se avanza bien, casi siempre por la margen izquierda. Supongo que si baja mucha agua será algo más complicado en algunas partes. Los panoramas al mirar atrás amenizan la marcha. El Mogote del Cervunal vuelve a aparecer como una mole inmensa desde aquí. Pierdo el contar de las horas y llego al primer punto de referencia, el puente de Roncesvalles, que tras tan pomposo nombre no esconde más que una pasarela de cemento donde se junta esta ruta con la senda que baja desde el Prado de las Pozas por la Garganta de las Pozas. Aquí bien es cierto que aparece una senda propiamente dicha, que es la que conduce de nuevo a la plataforma de Navalperal. El piso, al fin, es civilizado. Empiezan a aparecer prados entre bosquetes de robles, abandonamos la alta montaña. Todavía me queda meterme en algún marroncete entre piornos, no me vaya a pensar que esto iba a ser tan fácil al final, pero a la hora y pico llego al coche tras nueve horas y media de marcha (paradas incluidas) y 30 kilómetros de pateada a buen ritmo. Me llevo la sensación de que no tan lejos de una gran ciudad como Madrid todavía existen vestigios de un pasado salvaje. Acabo con más fotos.

La Garganta de Gredos, hacia adelante
La garganta de Gredos, una mirada atrás
Otra mirada
Cabeza Nevada, dominando la Garganta
Dejamos la alta montaña
Me vuelvo por el puerto de la Peña Negra, desde donde se tiene una de las mejores vistas de Gredos

La ruta en mi GPS

La ruta en Wikiloc



4 comentarios:

  1. Hola, una ruta realmente salvaje, estaba pensando hacerla pero esos tramos fuera de sendero y los piornales me tiran un poco para atrás...igual lo dejo para el invierno.
    Saludos.

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  2. Hola Mapacheteam, en invierno seguro que con los piornales cubiertos de nieve la subida es un auténtico placer. Eso pensaba yo mientras me destrozaba las piernas...

    Saludos, gran blog el vuestro.

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  3. La semana pasada estuve por ésta zona y es que clavas la sensación que tiene uno al pasar por tanta escoba, pedrera y salida de pista. Me partiria de risa sino fuese porque yo sí baje por el Gargantón y la aventura ya adquirió dimensionés épicas. jejeje! Buenisima descripcion.

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