lunes, 27 de junio de 2011

Ascensión a Cabeza de Hierro Mayor (2.383 m) por la Tejea

Presa del Pradillo a la primera luz de la mañana



A falta de otra cosa que contar en el blog, este mi escaparate de miserias atléticas, voy a narrar mi escapada del domingo a la Sierra, y digo escapada pues de una huida en toda regla de la ciudad se ha tratado. Con cierto temor a los calores africanos que se anuncian para la jornada madrugo un montón y antes de las 7 y media estoy en el área recreativa de La Isla, unos kilómetros pasado Rascafría en dirección al Puerto de los Cotos. La temperatura es buena, unos 14º C, ideal para, presa como soy de esta manía contemporánea de ir corriendo a todas partes, echar a trotar por el sendero que sale de atrás del chiringuito del parking. Ya habrá tiempo más adelante para descubrir la lentitud. Rodeado de un espeso y fresco pinar tapizado de helechos y atravesado por arroyos que todavía bajan alegres, la cosa consiste en seguir hacia el oeste el sendero R.V.1, convenientemente señalizado con multicolores palitroques, durante unos 3 kilómetros. Empiezo a confirmarme que ha sido un acierto venir a estas espesuras del Lozoya, aquí ya conocido como la Angostura. A la altura citada nos encontramos con un cruce de pistas y hay que abandonar  las marcas de sendero y tomar la pista de la izquierda, ya con mayor pendiente pero perfectamente corrible hasta el final. Bosque, pista y más bosque. Muchos acebos, helechos, musgos y líquenes. Arroyos centelleantes. Centenares de pájaros cantando. ¡Qué bucolismo! Justo lo que venía buscando. El Peñalara asoma entre los árboles. Nadie, sólo yo y el sonido de mi corazón alborotado y de mis torpes pisadas.

El Peñalara

A los siete kilómetros y pico la pista de acaba de pronto, más o menos a la altura en que el bosque empieza a clarear y se toma un sendero borroso, pero más o menos evidente, que deja el arroyo Valhondillo a la izquierda. Se entra en el suave valle conocido como la Tejea de Cabezas de Hierro, territorio de verano de vacas y cabras montesas. Ahora no hay más que seguir el arroyo hasta el final, hasta la misma Cuerda Larga, en las inmediaciones de la cumbre del día, Cabezas de Hierro, en este caso la Mayor. El terreno ya alterna zonas de enebros rastreros (pican) con praderíos que se mantienen verdes. La pendiente es suave pero continua, con un par de escalones más pronunciados. Se sube bien, los más fuertes incluso podrán correr en muchos tramos. Yo subo animosamente pero al final, cuando el terreno ya cercano a la línea de cumbres se hace pedregoso empiezo a languidecer un tanto.  Y eso que este tramo me lo he tomado con calma, parando a hacer fotos y a ver el paisaje, pasando del aguerrido "trail running" al más pedestre, en el buen sentido, excursionismo.

Algunas fotos de La Tejea:

A la salida del bosque

Rocas

Arroyo Valhondillo

Praderas

Vista atrás

Casi desde Cuerda Larga

Una vez ganada la Cuerda Larga sólo queda el último y algo más empinado repecho que nos depositará en el mismo vértice geodésico de la Cabeza de Hierro Mayor. Aquí el paisaje ya es familiar. Peñalara enfrente, la otra Cabeza de Hierro, la menor, Maliciosa, los montes de Valsaín, la Pedriza, en fin... También detecto la primera presencia humana del día tras casi 2 horas y media y más o menos 1.200 metros de desnivel positivo. Y el calor, que se empieza a notar también. Madrid se asfixia entre la canícula. Hoy no llega el eco del mar a través de la Meseta (Vainica Doble). Repongo líquidos, como algo y para abajo.

Desde la cumbre, Cabeza de Hierro Menor, Valdemartín, Guarramillas.
La bajada es a pico. Hay que ir al collado entre las Cabezas, buscar el pequeño hombro que se forma al pie del casquete somital de la Cabeza de Hierro Menor y elegir entre bajar por las Cerradillas, hacia la izquierda, o por el Arroyo del Hierro también conocido como Los Tubos. En los dos casos la diversión está asegurada. Elijo el Arroyo del Hierro, un poco hacia la derecha, pues nunca he bajado (ni subido) por él. Es territorio de fama para alpinistas en invierno con nieve y hielo. En verano es una pedrera rota y empinada, con tramos hasta de tierra desnuda y muy resbaladiza. Terreno muy técnico para corredores. En cristiano, si no andas con ojo te puedes romper la crisma. Un par de fotos:


Espolón rocoso

Vista atrás
Despacito y buena letra se llega al límite del bosque, al mismo Arroyo del Hierro y no hay más que seguir bajando todo recto, ya de nuevo a la sombra de los pinos, hasta encontrar la pista del sendero R.V.1 de nuevo. El desnivel se pierde de golpe, 700 metros en menos de 4 km. Ya en la pista, se trata de tomar rumbo noreste y trotar, o andar, o ambas cosas durante unos 8 km hasta llegar, si no se toma ningún desvío, pues existe la posibilidad que a mí se me pasó de llegar al cruce de pistas de por la mañana, hasta la carretera de Cotos. 300 metros más hacia abajo y se llega hasta el Parking de La Isla. El recorrido es plácido, de nuevo en el sombreado bosque, siguiendo el río que baja todavía caudaloso, casi siempre en suave descenso. Aquí todavía es primavera. Pero al final se llega. Mucha gente en los chiringuitos, sillas de tijera, moscas, contenedores de basura. Otra forma de disfrutar. Yo me voy contentísimo, cargado de energía con la Creedence a todo volumen en el coche ("Born on the Bayou !!!!!").

La norte de Cabezas desde el límite del bosque

La ruta en mi GPS

La ruta en Wikiloc

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