lunes, 26 de mayo de 2014

CROSS TRES REFUGIOS 2014


Mi quinto Cross de los Tres Refugios consecutivo y en el que peor tiempo he realizado si hago la excepción de mi primera participación  en 2010, la primera con el actual recorrido con el añadido del Collado Cabrón que ahora no se supera, y muy condicionada por el fuerte calor que hizo (era septiembre). En esta ocasión me presentaba en línea de salida con cierta incertidumbre tras unos meses en los que he cambiado completamente mi forma de afrontar esto de correr. Por primera vez en mucho tiempo no he corrido una sola carrera, ni de asfalto ni de montaña, en todo lo que llevamos de año. Ritmo competitivo pues, en el sentido de exigirse algo más que cuando entrenas solo, cero. También es la temporada en la que menos kilómetros he hecho en términos absolutos, si bien una de las que más he hecho en montaña. Transición al minimalismo obliga. He cambiado, creo, totalmente mi forma de correr y el material que utilizo y el tributo en forma de falta de distancia se nota. No obstante, creo que estoy culminando la adaptación, ya no siento apenas las molestias que he sufrido en aquiles y planta del pie. Y mis gastadas rodillas lo están agradeciendo enormemente. Pero la falta de cabeza me ha podido y me he planificado unos meses de mayo-junio mortales de necesidad para alguien como yo: Cross Tres Refugios, MAM y Trail Peñalara 60 km. Evidentemente sin pretensión alguna más que terminar dentro del tiempo máximo permitido por el reglamento. Y el MAM como tirada más que larga a ritmo cansino y haciendo evaluación de daños en el segundo paso por Cotos para ver si afronto o no los Tubos de Cabezas. Mi objetivo es llegar al Trail de Peñalara rodado pero no muy castigado. Y más teniendo en cuenta de dónde vengo.

En 3R 2010, qué calor
La carrera en sí ha empezado bien. Me encuentro a la salida con Jesús, un máquina, y ya estamos con la lengua fuera por la carretera del puerto de Navacerrada para girar y sin tregua iniciar la subida a cuchillo al Alto de Guarramillas. Voy cogiendo ritmo. Me encuentro con fuerza en la bajada al collado del Piornal y en la subida más tendida a la La Maliciosa. La parte más técnica de la carrera, la bajada empinada y pedregosa hasta el collado de las Vacas, la gestiono bien. Me divierto. Pero algo empieza a fallar. Con el ánimo de proteger algo más que estos meses mis pies y articulaciones de cara a las citas de estas semanas y en la idea de que a lo mejor era demasiado pronto para ponerse muy radical con esto del minimalismo, o natural running, o como quiera que se llame esta historia de ir quitando amortiguación, correcciones y drop, decidí comprar unas zapatillas más amortiguadas que las habituales y eficaces New Balance MT110 con las que llevo todo el año rodando. En concreto el modelo de la gama Minimus de New Balance 1010V2, quizás el menos minimalista de su serie de zapatillas de trail de este estilo. Craso error, amigo. Y culpa mía por no llevarlas suficientemente rodadas. Parezco nuevo. Empiezan a aparecer molestas rozaduras que al paso de Canto Cochino (donde me llevé la agradable sorpresa de encontrarme a mi tío Ricardo leyendo chips en el control) son algo más que molestas. Para colmo me han hecho ir pisando "raro" y el vapuleo de los 1200 metros de desnivel de bajada me han dejado las piernas al borde del bloqueo. Me siento y me pongo un Compeed en el pie más dañado. Pero ya es tarde. Me cuesta un mundo volver a ponerme en marcha mientras me sobrepasa un tropel de corredores. El tramo relativamente suave hasta el control de Charca Verde pone a prueba mi resistencia mental. Hay momentos que voy solo. Me da la sensación de que me he quedado el último. Aunque luego comprobaré que todavía hay, no muchos, corredores detrás de mí. Por momentos tengo ganas de volverme a Canto Cochino y retirarme. No puedo correr, cada intento de trote en las partes más favorables es una tortura para los pies. Y me queda lo peor: Otros 1200 metros de desnivel pero cuesta arriba. Decido seguir en modo senderista. Ya llegaré. Pasito a pasito. Sólo pienso en avanzar aunque sea a paso de tortuga y no parar en ningún momento. Mi única perspectiva es el siguiente paso. Me consuelo con que nada es eterno y todo fluye hacia el fin... Pero el camino hasta el Puente de los Manchegos, si no es eterno, se le parece. Allí me avituallo y sigo. Al mismo ritmo cansino hasta Guarramillas. Si subiendo me duelen los pies, bajando es aún peor. Por la Pala Montañeros, que las últimas ocasiones que he descendido lo he hecho brincando con alegría, no puedo más que andar y con mucho cuidado. Temo incluso llegar fuera de control. Me sigue pasando gente. El piso de la carretera supone un cierto alivio y vuelvo a trotar algo hasta la meta, ya casi desierta. Casi todo el mundo ha llegado hace bastante tiempo. Han sido cinco horas y cincuenta minutos muy sufridos. Ahora sólo me queda recuperar para la próxima y pensar muy bien qué me pongo en los pies: ¿Hacer el MAM o lo que pueda de él con mis MT110, con un par?, ¿volver a mis tradicionales Salomon XA Pro 3D que tan "gratos" dolores me dejan en la planta de los pies? En cualquier caso quedan descartadas las NB 1010V2, no tengo tiempo para hacerme con ellas y además y para colmo se han roto (¡en la primera salida por montaña en serio!) desprendiéndose dos tacos de suela Vibram de la parte trasera interior. Al departamento de devoluciones directamente.


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