Séptima edición de esta entrañable media maratón y cuarta vez que acudo a ella en lo que ya se está convirtiendo en una tradición para mí. No en vano el duro trazado de esta media discurre por lo que fueron las calles de mi infancia y juventud y siempre es motivo de alegría trotar un rato por ellas. Otros motivos no desdeñables son la modélica y para mi gusto casi perfecta organización y que todavía se mantiene en una participación lejos de la masificación de otras carreras (2241 llegados). Sobre la organización decir que cumple con todo lo que se puede pedir de ella: Recorrido perfectamente cerrado al tráfico, avituallamientos bien surtidos de agua e isotónico cada 5 km, amabilidad y palabras de ánimo de los sufridos voluntarios, fluido reparto de dorsales y chips, ropero y bolsa del corredor con la legendaria camiseta sin mangas y abundante bebida, llegada a la pista de atletismo del polideportivo de Aluche bien organizada y sin tapones (por lo menos cuando llegué yo), fisioterapeutas para quien lo quisiera, etc... En fin, muy recomendable.
Preliminares |
Sobre el circuito, qué decir. Pues que es durillo, sobre todo en su segunda mitad. Pero ¿hay alguna media en Madrid que no lo sea? Para mi su principal aliciente, más allá de lo emotivo de que estos son mis orígenes incluso como corredor hace ya unos cuantos años, son los aproximadamente 8 kilómetros que discurren por la Casa de Campo. Para los que habitualmente no corremos por aquí porque nos pilla algo lejos son un aliciente. He disfrutado un montón trotando dejándome llevar entre los plátanos desnudos de hojas con el cielo gris de fondo que hoy nos ha acompañado a la hora que hemos pasado por allí. Pero hay cuestas, y muchas y algunas duras. Es lo que hay. Eso sí la primera mitad es bastante llevadera y ganas tiempo que luego perderás, por lo menos yo.
En lo personal me presento en la salida tras dos semanas en las que, gracias a una fenomenal gripe que me suele visitar todos los años por esta fechas, he estado prácticamente fuera de combate. Mi bagaje kilométrico se reduce a 14 km a trote cochinero en un par de salidas esta semana. Es por ello que estoy un tanto acongojado y más sabiendo que acabar esta media en condiciones no te lo regalan. Por eso mi planteamiento, si se le puede llamar así, es ultraconservador. Ir al tran-tran llevando un control total de mis sensaciones con la idea de sufrir lo menos posible. Y hasta el kilómetro 17 más o menos lo he logrado, he conseguido disfrutar sin sufrir llevando un ritmo aceptable aunque con las pulsaciones un poco altas. Esto ya es más de lo que esperaba, ¿tendrá la amoxicilina algún efecto dopante? Pero a partir de entonces, ¡ay amigo!, la salvaje cuesta del Zoo que nos saca de la Casa de Campo hace que escuche por primera vez este año las trompetas del Apocalipsis en mi interior. Normal y previsible. Las rampas de los últimos 3 kilómetros por la calle Valmojado se me hacen un infierno, las ganas de parar son constantes. El ritmo baja a cerca de 6 minutos el kilómetro (y gracias). Me adelanta mi cuñado Miki con el que he venido y docenas de corredores más. Ya veo a lo lejos la entrada a la pista de atletismo. ¿Cómo se pueden hacer tan largos 200 metros? Fin. He bajado de 2 horas (1h 52'), que era el objetivo vistas cómo estaban las cosas. Así que estoy satisfecho y espero que esto sea el inicio de una buena racha de entrenos de cara a futuros y mayores objetivos.
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