lunes, 19 de diciembre de 2011

VIII CARRERA DE NAVIDAD DE CERCEDILLA

Músicos, monte, corredores.
Un año más en la línea de salida de esta bonita carrera de Cercedilla, en lo que para mí supone, a modo de San Silvestre, el cierre del año atlético. Y que mejor manera que hacerlo así, en un ambiente festivo y bullicioso dejando las agonías y sufrimientos para otras ocasiones. Así me lo tomo, como una excursión al trote por los bosques que rodean a este magnífico pueblo, auténtica capital montañera del Guadarrama.   El día amanece muy frío, con algo de viento que trae pequeños copos de las nubes agarradas a las crestas de la Sierra. Hay ambiente. Recojo el dorsal junto a Jesús, Carlos y Ricardo, que ni lesionado se pierde un evento corremontañero, aunque esta vez como espectador. Salimos a cola de pelotón y mientras el terreno lo permite vamos charlando tranquilamente. Pasada la Estación, la carretera, que al poco se hace pista y se interna por el Valle de la Fuenfría, se empina y se imponen el silencio y los jadeos. Cada uno a su ritmo por el ancho camino, la cuesta nos coloca donde nos corresponde. Hasta poco antes del kilómetro 5 se sube con decisión, luego es todo un sube y baja y una sucesión de medias laderas. Abandonamos las pistas y ya en fila india encaramos los senderos que siempre entre pinos nos llevan a las Dehesas, donde cruzamos los gélidos arroyos que bajan por la Fuenfría, la mayoría por puentes, los más valientes como Jesús, a la brava. En esta zona hay cuellos de botella que provocan algún atasco, es lo que tiene meter a 2000 personas por estas veredas. Pero no importa, no tenemos prisa.

Anchas pistas...

Semderos estrechos...

Y puentes.

La parte final es algo rompiernas y quizás por ello aquí las patas se quejan algo, no demasiado tampoco. Este año el recorrido es un pelín más largo que en otras ocasiones (me han salido algo más de 13,5 km) pero se puede correr en el 100% del mismo al no haber ninguna subida especialmente cruenta. Lo que sí que hay es una bajada final la mar de divertida  en la que me dejo caer  y disfruto un montón, aunque seguro que mucho menos que Jesús, que me pasa como una auténtica bala y al que no puedo seguir por más que arriesgo una estrepitosa caida.

Jesús, sorprendido en pleno ascenso

Recién llegados
En resumen, magnífica mañana y aún mejor despedida de año antes de empezar un pequeño descanso a la espera de preparar los retos que nos depare el año que viene. El resultado de la carrera para mí, bien. No llego a doblar el tiempo del ganador...


lunes, 28 de noviembre de 2011

XXXII TROFEO JOSE CANO (CANILLEJAS 2011)

Preliminares: ¿Cómo se pondrá este chip tan raro que nos han dado?
Al grano, que esta entrada quiere ser breve como la carrera. Vuelta al asfalto tras un verano montañero dentro de lo que cabe. Objetivo: Bajar de una vez de 45 minutos en un 10.000, barrera hasta ahora infranqueable para mí. A intentar correr algo más rápido (o menos lento) de lo habitual he dedicado las últimas semanas. Llegó el día y allá vamos. ¡A correr!

Hala, todos a correr.

KM 1:  A 4'19''. Follón, curva a izquierda nada más salir. Cuesta abajo por amplia avenida, estrechamiento y curvas al final. Mucho más rápido de lo esperado pese a los zig-zags para adelantar.

KM 2: A A 4'38''. Intento coger velocidad de crucero. La cuesta arriba de de la Avenida de Guadalajara nos pone a cada uno en nuestro sitio.

KM 3: A 4' 29''. Avenida Hermanos García Noblejas abajo. Todo bien, a ritmo.

KM 4: A 4' 15''. ¡Yuuuuju! ¡A toda máquina por la Avenida de Arcentales! (Ya lo pagaré, intuyo). Inspira cruzarse con la cabeza de carrera (¡eso es correr!).

KM 5: A 4' 27'' . Primer repecho y primeros chirridos. El ritmo sigue siendo el adecuado para el objetivo.

KM 6: A 4' 39''. Toboganes. Empiezo a sufrir. Baja la velocidad. Esto no es divertido. Empiezo a perder el colchón de segundos de los kilómetros más rápidos.

KM 7: A 5' 02''. Cuesta arriba (aunque no excesiva) hasta volver a salir de Arcentales a García Noblejas. Este kilómetro es mi bestia negra. Aquí nunca voy a gusto ni entrenando. Pierdo mis opciones, voy hecho una piltrafa. 

KM 8: A 4' 37''. García Noblejas-Emilio Muñoz. Otra vez terreno favorable. Tan sólo intento recuperar algo el resuello, me dejo llevar.

KM 9: A 4' 28''. ¡Arf!, ¡Arf! El cuerpo me pide a gritos que me pare de una puñetera vez.

KM 10: A 4' 30''. De nuevo toboganes suaves, aunque la más leve cuestecilla me parece ahora el Annapurna. Voy al borde del infarto. Me da tiempo a pensar que sobrevaloramos el poder de la mente sobre el cuerpo. Llego porque queda poco, no porque la voluntad empuje.

180 metros de regalo según mi GPS fruto seguramente de los zig-zags para adelantar y del propio margen de error del aparatejo. Ahí, no sé cómo, me salen fuerzas de la nada para hacer un absurdo sprint final.

Al final 46' 08'' tiempo neto oficial. No he conseguido el objetivo. Tengo que entrenar más y mejor, claramente. Bueno, pues así tendré un motivo para salir cuando no apetece. Nos vemos en Cercedilla el 18 de diciembre.





La carrera en mi GPS

martes, 4 de octubre de 2011

XXI CROSS DE LA PEDRIZA

Pura Pedriza

Como comenté en mi anterior entrada, estaba inscrito a esta carrera y por fin llegó el día. Son las 8 y media más o menos y La Pedriza bulle de actividad cuando aparco. Ya no hay sitio en el Parking de Machacaderas (profético nombre, vive Dios) y me toca dejar el coche en Canto Cochino, lo cual no es que me importe en ese momento, ¡pero ya veremos a la vuelta cuando haya que volver hasta aquí! Recogida de dorsal y chip, me encuentro con Jesús y Ricardo y a correr. Primer kilómetro por carretera y camino ancho, aquí el que tenga alguna aspiración de tiempo o posición debe ponerse en cabeza porque una vez tomada la senda de subida al Yelmo toca ir en fila india al ritmo del corredor que te precede dado lo estrecho de la ruta. Casi hasta la misma pradera del Yelmo es difícil remontar posiciones. Yo, fiel a mi estrategia (empieza despacio para acabar más despacio todavía), salgo atrás y atrás me quedo. Bueno, así no me sofoco demasiado en la primera subida fuerte hasta el collado de la Encina. Lo que sí que noto es calor, pese a ir a la sombra sudo como un pollo. Me voy hidratando a poquitos para evitar calambres más adelante. Pasado el collado de la Encina se enlaza con la senda que viene del Tranco por la que subí el otro día. Un empujoncito más  y ya estamos bajo la mole del Yelmo y el primer control. Quieras que no se agradecen, pese a que a que esto no ha hecho más que empezar, un vasito de agua, un tramito algo menos pedregoso, empinado y berroqueño y ponerse a trotar un poquito hacia el siguiente hito: El collado de la Dehesilla, donde cierran el control a la hora y cuarto.

En fila india, atascos en La Pedriza

Más cerca del Yelmo

Primer descenso del día, rápido, por terreno roto y senda sinuosa. En un pis-pas pasamos el chip por el segundo control. Por los pelos, miro el crono y llevo una hora y nueve minutos. A partir de aquí toca cambiar de marcha y meter la reductora pues llega el tramo para mí más temible de la carrera, que es la subida que desde Mataelvicial lleva a la pradera de Navajuelos. En este punto de nuevo hay que pedir la vez en la cola de corredores para poder entrar en la senda, que más que senda es una sucesión de escalones rocosos por los que se avanza ayudándose de manos y pies. Un laberinto de agujas y paredes de roca entre apacibles jardines. Noto cierta debilidad, la parte de la Pedriza Anterior ha hecho bien su papel de picador y me ha castigado. Tengo algún amago de calambre, cosa no extraña por lo forzado de las posturas que en ocasiones hay que poner para superar los obstáculos. ¡Coñe! y además tengo hambre. Y sed. Afortunadamente llego a la Bola de Navajuelos y la gatera por la que hay que pasar para sobrepasar el muro que nos separa de la Pradera de Navajuelos provoca un nuevo atasco y el consiguiente parón. Aprovecho y como un gel y bebo en abundancia.  No lo cuento, pero por lo menos se tardan diez minutos en pasar por el agujero. En este punto alcanzo a Ricardo, que como siempre va a muy buen ritmo.

¿Quién da la vez? Al fondo la Bola de Navajuelo, vigila.


El Torro
Pasado el túnel hay un tramito trotón por lo horizontal entre pinos que lleva directo hasta los pies de la Pared de Santillán, Nuevo paso estrecho para pasar al otro lado y en un periquete estamos en el control del Collado de la Ventana, bajo el imponente y complejo Cerro de los Hoyos que hay que superar, por el lateral afortunadamente, para llegar a la cima de La Pedriza en las ya cercanas Torres. Avituallamiento sólido y líquido. Me como unos anacardos que se me hacen una pasta en la boca pero que consigo deglutir, hay que ver lo que desgasta esto de intentar correr por la montaña. El compañero del control nos cuenta que ha subido ¡seis veces! hasta aquí para portear las 120 botellas de litro y medio que ha depositado en el collado. Como siempre impresionante la labor de la organización, que además de currar un montón y aguantarnos, encima  tienen palabras de ánimo para todos. Mención especial al marcaje del recorrido, espectacular y sin dejar lugar a duda alguna pese a lo complejo de la ruta. 
La Pared de Santillán

Superando piedras

Cerca del collado de La Ventana, al fondo el Cerro de los Hoyos



No sé si serán los anacardos o el buen rollo telúrico que me da esta zona de Pedriza pero este es el momento en que me encuentro con más fuerzas desde la salida. Lo espectacular del paisaje ayuda no poco a superar las continuas subidas y bajadas por canales que nos aproximan a los casi 2.000 m. de Las Torres. Pasamos por el Comedor Termes, una nueva gatera.  Se ve una hilera de corredores entre las rocas que desafían a la fatiga mientras los primeros hace rato ya que estarán descansando en meta. Qué plenitud, qué alegría, qué bonita es La Pedriza ¡copón!  Cima, a por el control del collado del Miradero. Avituallamiento sólido y líquido. Aquí han tenido la gentileza de  subir membrillo ¡como se agradece la delicatessen a 1.800 m! Sobre todo cuando espera el segundo tramo que más temo, que no es otro más que el descenso hasta el Prado Peluca, que recuerdo larguísimo de los tiempos en que me dedicaba a vagar por estos andurriales. Pero esto de correr hace el mundo más pequeño y no lo percibo tan largo como esperaba.Languidezco algo pero aún voy con fuerzas. A la altura de los Llanos el corredor que me precede se queda clavado y le paralizan los calambres. Aulla de dolor. Me paro un poco a darle ánimos e incluso le ayudo a estirar. Llegará muy poco después que yo, qué fortaleza. Las energías que me quedan las gasto subiendo el collado Cabrón, último obstáculo que nos ponen, no nos vayamos a creer que esto iba ser tan fácil. Corto y duro. No digo más. Me sorprendo bajando a buen ritmo por el lado de Charca Verde, hasta adelanto a algunos corredores. Luego sufro lo mío en los dos últimos kilómetros a media ladera al lado del río. Se presiente la meta pero no llega nunca. Al final todo llega. Ya están aquí casi todos. Hay ambiente de fin de fiesta. Me he tirado 4 horas y un mínuto disfrutando de esta aventurilla.

El comedor Termes

Las Torres
Las Torres


Llegando arriba

Ricardo. a toda máquina

Control de Collado del Miradero



La ruta en Wikiloc

La ruta en mi GPS

Clasificación de la carrera

Album con todas las fotos que he hecho.




domingo, 11 de septiembre de 2011

Entrenando en La Pedriza: Ascensión al Yelmo (1.714 m.)



Hace unos días he cometido la insensatez de inscribirme al Cross de La Pedriza, casi 20 km por las sendas pedriceras que a buen seguro van a exigir lo mejor de mí mismo. Como la cosa me impone cierto respeto, saco algo de tiempo y me lanzo a reconocer los vericuetos de La Pedriza en plan "trail runner", eso sí, a mis ritmos "paquetónicos". Pues nada, me presento con las primeras luces en el parking de Canto Cochino y decido recorrer la senda que, al lado del río (una vez cruzado el puente a la derecha) se dirige al aparcamiento, chiringuitos y restaurantes de El Tranco. Es un tramo de algo más de 2 km casi llanos que sirven bien para calentar los músculos. Me cruzo con algún acampado en la zona con cara de resaca. Veo algunas cabras que han bajado en busca de desperdicios comestibles. En el citado aparcamiento hay que tomar, casi nada más llegar a él, una senda que sale del callejón que forma el restaurante Casa Julián y otra finca. Atentos, que yo no he visto indicación alguna. Una vez entre jarales sí se ve claro por dónde es. Múltiples hitos y marcas blancas y amarillas. Incluso una pintada en una roca que, para no dejar lugar a la duda dice "Al Yelmo".  La senda no tiene pérdida, va por donde puede ir, si te sales te metes entre jaras y pedruscos. Veo algún punto rojo de la antigua señalización del camino. Hasta la pradera del Yelmo es todo subida con un par de escalones llanos, el último de ello llamado La Gran Cañada, agradable lugar con buenas vistas. Es magnífico terreno para alternar el caminar con el correr, que es para lo que he venido. La senda está bien pisada y tiene tramos de piedra y otros de tierra. La pendiente a ratos es fuerte pero hay descansillos que aligeran la fatiga. El característico paredón sur del Yelmo no se ve en todo el camino hasta que prácticamente te das de bruces con él. Este es:

El Yelmo


A esta altura me pasan dos corredores de montaña de verdad, ¡qué tíos, van como locos! y yo echando los higadillos. La ruta, en puridad, una vez llegados a la pradera del Yelmo, giraría a la derecha (Este) para ir por las proximidades del risco de El Acebo hacia el Collado de la Dehesilla.  Eso lo dejo para luego, quiero subir al Yelmo, que hace unos años que no lo hago. Para buscar la vía normal hay que ir al final de la pared hacía el Este y una vez allí buscar la cara orientada en dicha dirección y, trepando entre grandes bloques, encontrarse con la famosa grieta por la que, literalmente reptar hacia la cima. A mí me gusta más ir hasta la grieta, por la que inevitablemente reptaré, desde la cara norte. En un periquete me planto allí y subo trepando por el único  punto débil que se ve. Una vira hacia la izquierda que, sin dificultad y sin ser un acceso aéreo en absoluto, nos deja al pie de la susodicha grieta. Como máximo hay un pasito de II para superar un bloque. Nada especial. La grieta-chimenea permite o subir más elegantemente en oposición en algún tramo, o directamente  pegándose a la pared y yendo por el fondo de la misma. El paso más complicado, si es que se le puede adjetivar así, está al principio y consiste en la superación de un bloque empotrado en la chimenea. He comprobado que un niño puede pasar por debajo, yo evidentemente, no. Al final de la grieta hay que ir por placas poco inclinadas hacia la derecha hasta encontrar enseguida el vértice geodésico de la cima, gran mirador de La Pedriza, Maliciosa, la Cuerda Larga y la llanura madrileña. Alguna foto:

El Yelmo, Cara Este

El Yelmo Cara Norte, se sube por la diagonal hacia la izquierda

Diagonal desde abajo

La grieta

Dentro de la grieta, tiene algo de vuelta al seno materno

Vistas desde la cima

Un servidor de ustedes
Toca volver. Deshago la grieta y bajo por la cara este entre bloques a retomar la senda que me enfile hacia la pradera del Yelmo. Sin llegar a ella, giro a la izquierda y por terreno más o menos llano llego hasta el risco del Acebo, punto donde la senda toma rumbo norte y por terreno descompuesto y pedregoso llega hasta el collado de la Dehesilla, uno de los puntos clave de la Pedriza al ser una importante encrucijada. Si vamos al Este, salimos de La Pedriza por el Hueco de Coberteros. Si vamos hacia el Norte, nos metemos de lleno en el llamado Circo de la Pedriza Posterior por la intrincada zona de Mataelvicial, Riscos del Laberinto, Navajuelos... Por ahí creo que va al Cross de Pedriza, me tiemblan las canillas. Yo tomo la senda hacia el oeste que, al abrigo de la Umbría Calderón a un lado y el grupo de riscos de Cancho Amarillo, el Hueso, las Oseras, Las Buitreras, El Pájaro al otro, me depositará rápidamente al pie del famoso Tolmo, molondrio solitario y colosal cercano al refugio Giner y al Arroyo de la Majadilla. Cruzando el puente que hay en el Prado Peluca se toma el magnífico y ancho camino por algo conocido como Autopista de Pedriza que, en rápido descenso, nos lleva de vuelta a Canto Cochino. Me han salido unos 12,50 km que con paradas incluidas me han llevado 2 horas y media. No sé yo. Me despido con más fotos.

El Acebo

Hacia el Este

En el descenso al collado de la Dehesilla, arriba la Pared de Santillán

Collado de la Dehesilla, al fondo La Maliciosa

Peñalarco o El Hueso

El Tolmo

El Pájaro

martes, 16 de agosto de 2011

Cabeza Nevada o Mogota del Cervunal (2.433): Lo salvaje.

Primera visión de Cabeza Nevada al rato de salir
Si lo tuyo son las montañas solitarias, las rutas fuera de sendero, los esfuerzos perseverantes y sin tregua y no le tienes miedo al dolor, si quieres sentirte como Jeremías Johnson por unas horas, esta es tu montaña. La recompensa está garantizada, pero este no es monte para pusilánimes. Entiéndaseme bien, dificultades técnicas no hay, en verano es ruta para excursionistas como yo, pero está lejos, las sendas, cuando las hay, son difusas y fáciles de perder, en muchos momentos se navega largo rato entre escobas y piornales, a veces se avanza a tientas y hay que volver por donde se ha ido para encontrar el mejor paso. En fin, una delicia para adictos a hacer el cabra.



Tras un viaje en gran parte nocturno me planto de buena mañana en el delicioso pueblo de Navalperal de Tormes. Después de alguna vuelta, encuentro atravesando la calle central del pueblo la carreterita que en menos de un kilómetro lleva al aparcamiento al lado del puente del río Tormes. Cruzo el puente y tomo la pista hacia la derecha. La ruta, que lleva al Circo de Cinco Lagunas, está señalizada con palitroques. Voy trotando en suave pendiente, cruzo un puente, sigo subiendo y, de repente, las señales se pierden en un prado entre charcos y un arroyo. Ando buscando una bifurcación, a un lado a Cinco Lagunas, al otro a la Laguna Grande, para, según mi guía tirar por la calle del medio, es decir, por la cuerda que parte de un chozo y separa la garganta del Pinar de la de Gredos. El caso es que no lo veo. Primer embarque. Avanzo (¡jamas retroceder!) entre prados y senda difusa al lado de un río.  Me estoy metiendo de lleno en la garganta del Pinar, que baja de Cinco Lagunas. Por aquí, en teoría, no es. Pero como el rumbo es claro, decido avanzar. La garganta se va cerrando, el sendero desaparece, el terreno junto al río se hace difícil. Solución: Tirar monte a través y subir a la loma de mi izquierda. Intuyo que por allí debe ir la senda. Me encuentro con el primer macho cabrío solitario del día. Me mira como diciendo, "¿y a este que se le perdido por aquí?", eso digo yo. Tras un rato subiendo y avanzando por la garganta, entre pedruscos ocultos y traicioneros y vegetación cerrada, de repente encuentro la senda. Este tramo me sirve como introducción a lo que me espera.

Cabeza Nevada y Circo de Cinco Lagunas una vez recuperada la senda

Por la ladera de la izquierda he subido

Por aquí la senda es un placer, va llaneando por el fondo del valle con mi objetivo y el circo de Cinco Lagunas al fondo. Avanzo un rato y voy rumiando que por aquí no es, que tengo que ir por la loma de mi izquierda a ganar la cuerda que me conducirá a Cabeza Nevada. Estoy en la garganta del Pinar y si sigo llegaré a Cinco Lagunas. Decisión drástica, abandono el camino (¡snif!), giro a la izquierda y tiro directo para arriba hasta la loma. Se acabo trotar, esta no es montaña para ello. La subida es pestosilla: Escobas, piornos, más piornos, hierba alta, pedruscos.... En un rato gano la cuerda y ya veo claro por dónde debo ir. Avante hacia el pico, que aquí lo domina todo. Seguimos sin senda, pero el terreno está medianamente despejado y se avanza bien. Se pasan un par de lomas suaves y una bajada nos deposita en la turbera, cruzada por arroyos, algunos secos, donde se asienta la laguna del Cervunal, también seca, y el refugio del Novillero. Lo que queda es propiamente el ataque final a la cumbre, que se levanta inmensa ante mis ojos. Hay que buscar un collado que se ve claramente entre una crestecilla (pico del Novillero, 2.194 m, y un par de cotas sin nombre) y la pedrera final de acceso a la cumbre. 

La Garganta de Gredos, por donde luego volveré, desde la loma

La cumbre, ya más cerca

La laguna (seca) del Cervunal

Parece que está ahí, pero queda la parte más dura (y por qué no, puñetera) de la ascensión. Unos 600 metros de desnivel a salvar del tirón y literalmente como se pueda. Se trata de sumergirse entre los escobares a buscar el mejor paso y en la medida de lo posible progresar por las pedreras que salpican la ladera. Llego tras muchos sudores a la cresta previa al collado. Lo lógico parece encaramarse a las rocas y avanzar hacia dicho collado, así lo intento, pero aunque no parece difícil no sé lo que me voy  a encontrar y retrocedo. Voy solo y no es cuestión de tentar a la suerte. Me desespero un poco, si bajo malo, otra vez a sufrir entre los arbustos después de llegar hasta aquí, si sigo tampoco lo veo claro. Al final voy flanqueando al pie de las paredes, incluso veo algún hito suelto que habrá puesto un alma caritativa. ¡Llego al collado! El último obstáculo es la empinada pedrera final a la cumbre. Después de lo pasado parece pan comido, el terreno es noble, los bloques, de todos los tamaños, son firmes. Un último empujón y llego a la cumbre, amplia y despejada.

Un compañero en plena faena, la promesa de la cumbre al fondo
Se le da bien subir por aquí
Me vuelvo
Terreno despejado hasta el collado
Llegando a la cumbre, una revelación.
Han sido cuatro horas sufridas, con algún momento de flaqueza psicológica, pero el panorama que se abre ante mis ojos es espectacular. Cabeza Nevada cierra el circo de Gredos por el norte y es un mirador de primer orden: El Almanzor, La Galana, el Circo de Cinco Lagunas, el Cerro de los Huertos, Risco Moreno, Los Hermanitos. No hay palabras: "El corazón pétreo de Castilla" dijo Unamuno. Catedralicio ámbito sagrado de la naturaleza, con sus torres, arbotantes y contrafuertes que se elevan hacia los despejados cielos de estas tierras. Unas imágenes valen más que mil palabras:

El Almanzor
El Morezón, Los Hermanitos, Cerro de los Huertos, Risco Moreno
El Almanzor y la Galana
Cinco Lagunas
 En la cumbre me encuentro con un nutrido y simpático grupo de montañeros de Casillas que han subido desde el circo. Se agradece alguna presencia humana tras ir por parajes tan solitarios. Para volver me aconsejan ir por Cinco Lagunas, más corto y "civilizado". Al final, tras sopesarlo, decido no cambiar mis planes y volver por la Garganta de Gredos, que es por donde he avisado que volvería, por si acaso. Inicio el descenso por la al principio ancha cresta que se dirige hacia el sur. Al poco se estrecha. Se sigue unos metros por el filo y se da un paso algo aéreo, pero enseguida se baja hacia la izquierda por un leve trazado que flanqueando la arista termina llevando a un primer portillo, el del Pluviómetro (2.332 m.). Si seguimos la cresta llegaremos a la portilla del Rey, por donde pasa el sendero a Cinco Lagunas que parte de la Laguna Grande. Decido bajar directamente a la izquierda por fuerte pendiente de terreno descompuesto y herboso a tramos para coger una senda que en amplias zetas lleva a las praderas del Gargantón, donde se junta con el camino de la portilla del Rey.  Nos vigilan el Risco Negro y el Cerro de los Huertos. Este es buen sitio para coger agua, que corre limpia y cristalina. En primera instancia pienso en bajar directamente por el Gargantón pues se junta con la Garganta de Gredos y ya que esto se está alargando más de lo previsto así podría tardar algo menos. Pero ni el mapa ni algún montañero que anda por ahí me dan una referencia del terreno que me puedo encontrar, así que para evitar males mayores voy por la ruta "oficial" que remonta cómodamente por senda a ratos hasta empedrada al Collado del Gargantón. Es la puerta de entrada al circo de la Laguna Grande, a la que se llega al poco a su desaguadero.

Cabeza nevada desde el collado del Gargantón
El circo de Gredos desde el desaguadero de la Laguna Grande

 Aquí se trata de buscar la senda que baja por la Garganta de Gredos, en la que ya me encuentro. Tras unos minutos de ir y venir entre grandes bloques y canchos encuentro unos hitos que, por la margen izquierda del torrente, ahora casi seco, bajan por su cauce.  Senda no hay, los hitos a veces se pierden, aunque en los tramos más conflictivos aparecen providenciales. Pero hay que andar atento pues es fácil enriscarse por las lanchas de piedra y los diversos escalones de la garganta. Las vistas hacia atrás y a los lados son espectaculares en este primer tramo. Tras el cierto bullicio de la zona de la Laguna Grande, aquí volvemos a las soledades. La garganta es larga, muy larga. Las horas van cayendo y no se ve el fin. A veces la progresión es laboriosa pues, como he dicho, se pierden los hitos y hay que ir y venir para evitar piornos y algún tramo complicado en los cauces de los arroyos que desembocan en la garganta. Pero en general se avanza bien, casi siempre por la margen izquierda. Supongo que si baja mucha agua será algo más complicado en algunas partes. Los panoramas al mirar atrás amenizan la marcha. El Mogote del Cervunal vuelve a aparecer como una mole inmensa desde aquí. Pierdo el contar de las horas y llego al primer punto de referencia, el puente de Roncesvalles, que tras tan pomposo nombre no esconde más que una pasarela de cemento donde se junta esta ruta con la senda que baja desde el Prado de las Pozas por la Garganta de las Pozas. Aquí bien es cierto que aparece una senda propiamente dicha, que es la que conduce de nuevo a la plataforma de Navalperal. El piso, al fin, es civilizado. Empiezan a aparecer prados entre bosquetes de robles, abandonamos la alta montaña. Todavía me queda meterme en algún marroncete entre piornos, no me vaya a pensar que esto iba a ser tan fácil al final, pero a la hora y pico llego al coche tras nueve horas y media de marcha (paradas incluidas) y 30 kilómetros de pateada a buen ritmo. Me llevo la sensación de que no tan lejos de una gran ciudad como Madrid todavía existen vestigios de un pasado salvaje. Acabo con más fotos.

La Garganta de Gredos, hacia adelante
La garganta de Gredos, una mirada atrás
Otra mirada
Cabeza Nevada, dominando la Garganta
Dejamos la alta montaña
Me vuelvo por el puerto de la Peña Negra, desde donde se tiene una de las mejores vistas de Gredos

La ruta en mi GPS

La ruta en Wikiloc