viernes, 25 de agosto de 2017

El Montgó


Cima del Montgó


Escapada express veraniega a una cima para mí desconocida pero cuya visión me ha subyugado desde que llegué a mi destino familiar playero de estas vacaciones. 753 metros nada más, y nada menos si se observa que se levantan a escasos metros del mar. Una montaña imponente por su preminencia y aislamiento que se eleva como un mirador privilegiado del Mediterráneo, la comarca  de la Marina Alta, las sierras interiores y el muy humanizado entorno de Denia, Jávea y demás pueblos costeros. Cima defendida por grandes murallas calcáreas, varias son las rutas que llegan a su cima. Me documento y elijo para subir la que parece la vía más normal y sencilla, el bien señalizado sendero que parte de las inmediaciones del pueblo de Jesús Pobre, en la vertiente oeste de la montaña. Al poco de salir del pueblo hay un cruce, se gira a la derecha y casi inmediatamente se advierte una carreterita forestal a la izquierda, con una explanada entre pinos donde dejar el coche.

Por delante unos 6 km de camino señalizado por el Parque Natural que salvan muy progresivamente los 650 metros de desnivel. Primero por asfalto unos metros, luego por camino enlosado, otro tramo de pista pedregosa y ya hasta el final por senda montañera bien pisada pero cada vez más incómoda por el puntiagudo lapiaz que conforma su piso y dificulta la progresión, sobre todo todo si vas con zapatillas minimalistas como yo. Recomendable dejarse de masoquismos y llevar calzado recio. Y madrugar, aquí el calor en verano no perdona, pero por esta vertiente al amanecer da la sombra y se mitiga bien. Y llevar agua suficiente por persona, pues en este tipo de terreno kárstico no hay ni fuentes ni arroyos.

Sierras interiores



Vertiente sombreada al amanecer

La ruta empieza haciendo una diagonal hasta el hombro norte de la sierra (camino y pista), para pasar a la otra vertiente y a la loma cimera para, ya por senda, dirigirse rumbo sur hasta la cima. Yo, en algún momento de éxtasis, me despisté y perdí la senda teniendo que, ya cerca del final, subir de forma directa (el camino va a media ladera) a la cresta que separa la cumbre de la Cruz de Denia del  Montgó. No me ha importado pues, pese a lo muy laborioso del avance por el karts, la perspectiva es algo más aérea y magnífica. Ya solo queda bajar a una portilla previa a la cumbre y, en un último empujón tomar la senda por la derecha y coronar. La vuelta la hago por la senda oficial en su totalidad, cuyo trazado se ve bien en todo momento. Había leido la posibilidad de variante de bajada por el llamativo barranco de la Hedra, pero no veo el sendero y desisto. La subida, andando ligero, me ha llevado 2 horas con pocas paradas, y la bajada otra hora y media. Las reseñas hablan de entre 3 y 4 horas de ascensión y quizás para un grupo  sea un horario más realista.

En el cambio de vertiente

Cueva a la vera del camino

Denia

Barranco de la Hedra

Al fondo se distingue el Peñón de Ifach

Cima de la Cruz de Denia

Mediterraneo

Cima

Jávea, cabo de la Nao

Toda la cresta cimera



















miércoles, 12 de abril de 2017

200 km después



Tras algo más de 200 kilómetros ya puedo valorar las sensaciones de mis Merrell Trail Glove 3, en las que tantas expectativas tengo depositadas. He de decir que dichas expectativas están basadas en haber gastado previamente varias zapatillas de la marca, la única junto a New Balance que he probado desde que empecé con esto de la carrera natural. Como comenté en mi anterior entrada, las muy buenas sensaciones dejadas por las Merrell Bare Access y el querer rebajar algo más el grosor de la suela me han traído hasta este modelo, que quiero utilizar como zapatilla para todo: Trail, asfalto y terreno mixto.  En lo que a trail se refiere he de decir que la experiencia con Merrell no ha sido del todo satisfactoria para mí, con lo cual corría algún riesgo. Las Merrell Ascend Glove eran un prodigio  en cuanto a comodidad y sensaciones,  pero me duraron menos de 500 kilómetros, tras los que se desintegró el textil. Con las Merrell AllOut Rush, que compré para tener un calzado algo más armado para invierno y poner crampones, he tenido problemas de rozaduras en las plantas de los pies (quizás el puente), si bien cumplieron el cometido para el que las compré. Con las Merrell Bare Access Trail mi relación es ambivalente, muy cómoda en terreno fácil, me deja molestias  al andar por en zonas más pedregosas y dolores en rodilla y pie izquierdo, tienen algo en su diseño que no va bien conmigo. Quizá la falta de placa antirrocas, creo que fundamental para mí nivel de adaptación y poca técnica de carrera.



Las Glove 3 llevan placa antirrocas y el textil es mucho más fuerte y mejor protegido que en las Ascend, con lo cual se salvan los inconvenientes anteriores y mantengo las ventajas de Merrell: Adaptación al pie y comodidad sin par desde el minuto uno con unos acabados interiores y exteriores de primer nivel. Un guante, en suma.

Estas semanas he hecho rodajes de entre 6 y 15 km por asfalto y parque a mis ritmos lentos y pesados (entre 4:50 y 6:00 minutos/km), un par de medias maratones a ritmo de paseo (Fuencarral y Madrid) y otro par de salidas de unos 15 km por el terreno técnico de La Pedriza. En asfalto bien, se nota que es zapatilla pensada para el monte, pero mis prestaciones no necesitan más. En montaña, son un pie de gato. Si bien no las he probado en roca mojada, en las lisas placas pedriceras se adhieren de lujo y su flexibilidad da una sensación de terreno fantástica, con la protección justa. Ni una molestia al día siguiente. Y el textil y los tacos de la suela, de momento, como el primer día. Nada de desgaste prematuro, ni arañazos ni desgarrones.

Cinco estrellas.

Una dura prueba para mis pies y la suela de las Glove



domingo, 22 de enero de 2017

Un pasito más

Mis nuevas Merrell Trail Glove 3
Recién jubiladas mis Merrell Bare Access 3 tras ¡¡2.400 km!! era hora de renovar equipo. Y no sin pena, pues puedo decir que en cuanto a durabilidad y comodidad estas zapatillas son lo mejor que he tenido y una puerta de entrada inmejorable al drop cero, tras la relativa decepción en cuento a duración de las frágiles Merrel Ascend Glove.  Para demostrar la excepcional durabilidad de la suela Vibram e incluso del upper nada mejor que algunas fotos:

Desgaste moderado pero lógico en el mediopié.

Casi inexistente desgaste en el resto, y soy un trotador pesado
Parte superior impecable

Se han ido por el lateral
14 mm de suela, 198 gramos y cero drop hacen que esta zapatilla no sea catalogada como puramente minimalista sino de "transición", es decir, zapatilla para irse iniciando en esto del correr natural, si bien la ausencia de caida (son planas completamente) hacen que haya que estar ya acostumbrado a correr con drops cortos (4 mm, 6 mm) si no se quiere acabar con los talones de Aquiles hechos fostatina. Por lo demás, son zapatillas sin sistemas de corrección de la pisada, geles amortiguantes y otras zarandajas, lo cual obliga a intentar correr como Dios manda para no lesionarse. Yo no sé si lo he conseguido pero desde luego las lesiones o simples molestias, más allá de alguna agujeta cuando me he dejado llevar por el entusiasmo, han pasado a la historia desde que me inicié en esta forma de correr hará ya casi 3 años y tras pasar por un más o menos largo período de adaptación. ¡Y lo que se ahorra uno en zapatillas!

Y he aquí que me he quitado un par de milímetros de suela y he buscado una zapatilla polivalente con buenas prestaciones traileras y que me sirva también para mis más habituales salidas por asfalto, tierra de parque y algún sendero periurbano. Y he encontrado las Merrel Trail Glove 3, que además tienen la placa antiroca que tanto echo en falta en la Merrell Bare Access Trail.  189 gramos, 12 mm y cero drop. Un pequeño paso adelante para este pesado corredor escándalo de podólogos, traumatólogos y fisioterapeutas (jamás visité a uno) que me avocaban a la lesión crónica por esta manía de correr sin protecciones de más. Veremos a ver, de momento empiezo el año con ganas renovadas. Hoy gélido y tranquilo rodaje a -3ºC y sensaciones inmejorables en los pies. Iremos contándolo.

sábado, 13 de agosto de 2016

Del Alto del León a Cabeza Lijar, Cerro de La Salamanca y Risco del Palanco

Cerro de la Salamanca y Cabeza Lijar desde el Cerro del Palanco
Para finalizar la parte campestre de mis vacaciones me he ido a correr un rato por la montaña, a la zona de Cuelgamuros, cuerda montañosa que parte del Alto del León o puerto de Guadarrama (1.510) y acaba en el Abantos a la altura de El Escorial. Es zona muy agradable para correr o, en mi caso y estado de forma, troti-andar por sendas pedregosas no muy empinadas y pistas asfaltadas y sin asfaltar. Grandes vistas, pinares tupidos, cimas accesibles y sendas bien señalizadas (pasa por aquí el GR10 y hay varias sendas locales), hacen de este sector de la sierra un paraiso excursionista. Mi ruta ha salido del puerto por la pista tras el asador, ha tomado un sendero al kilómetro más o menos de salir pasando una cerca (señalizado en azul y blanco-rojo-verde para no perderse) que en constante subida deja en la primera eminencia del día, el Cerro Piñonero (1.649), una breve bajada al Collado de la Gasca (1.601) y la subida final sin dificultad alguna a Cabeza Lijar (1.823) y su mirador sobre un viejo bunker de la Guerra Civil. Bajada por senda pedregosa al siguiente collado (de la Cierva o de La Mina, 1.709), cruzado por la pista que luego tomaremos a la vuelta. Una vez en el collado seguimos rumbo suroeste hasta la siguiente cima tomando el GR que, en cómoda pendiente por el bosque de la ladera oeste de la montaña, nos deja en las inmediaciones del sucio refugio de La Salamanca unos metros por debajo de su cima (1.785). Como todavía tengo tiempo sigo un rato por la línea de cumbres y por el sendero de la cara este me llego subiendo entre gayubares a la pedregosa cima del Risco del Palanco (1.667), estupendo mirador del maravilloso Valle de Enmedio, Cueva Valiente y la Peña Blanca. Para volver, encuentro una senda volviendo sobre mis pasos unos centenares de metros y descendiendo hacia el noroeste, por debajo de La Salamanca, al collado del Hornillo (1.637) que separa la cuerda principal de la eminencia de Cueva Valiente (1.903). Ya abandonamos las sendas de guijarros y tomamos la pista que, asfaltada en este tramo, nos lleva de nuevo al collado de La Mina y rodeando los contrafuertes de Cabeza Lijar lleva de nuevo al Alto del León. Este tramo, abierto al tráfico, lo compartiremos con coches e "intrépidos" motoristas, lo que le quita algo de encanto a la excursión si bien las maravillas contempladas previamente hacen que pronto lo olvidemos. Me han salido casi 16 kilometros y unos 600 metros de desnivel de subida.

Cabeza Lijar desde el Cerro Piñonero


Abantos y Valle de Los Caidos desde Cabeza Lijar

Llegando a La Salamanca

Cabeza Lijar desde La Salamanca

Cueva Valiente y Refugio de La Salamanca

Peña Blanca y Valle de Enmedio desde el Risco de Palanco



Collado Hornillo

Abantos y Risco del Palanco desde la pista hacia el Alto de León



La Serrota

La Serrota y el Cerro del Santo desde el Collado de la Honda

En mi continuo volver a empezar y aprovechando unos días de vacaciones me he ido a tierras abulenses a subirme a La Serrota (2.292) sin más pretensión que disfrutar de las vistas que esta alomada montaña promete por su privilegiada situación al norte de la alineación principal de Gredos. Sierra paralela a ésta y en medio de los vecinos macizos de la Paramera y de Piedrahita que ya he visitado en alguna ocasión, es montaña que se ve desde la ciudad de Avila, desde el valle de Amblés e incluso desde el lejano Guadarrama y por sus suaves formas no llama demasiado la atención. Desde Gredos no destaca en absoluto, pero no olvidemos que no alcanza la respetable altitud de casi dosmil trescientos metros por muy poco. De hecho es esta una de las zonas más frías de toda España pues la barren los vientos del norte sin protección alguna al llegar estos directamente desde el Cantábrico tras sobrevolar las altas estepas castellano leonesas. Tierra ascética, desnuda, de pasto y matorral salpicado si acaso aquí y allá de algún retazo de bosque cerca de los pueblitos que se esconden al resguardo de algún valle, a mí me resulta muy atractiva y pasear por sus montañas garantiza soledad y silencio, bienes escasos para urbanitas como yo. Así que en un bonito y virado viaje por carreteras secundarias llego a Cepeda La Mora, base de la ascensión cercana al Puerto de Menga. El coche lo dejo enfrente del cementerio del pueblo, a unos pocos cientos de metros antes de entrar al mismo viniendo del puerto. Y empiezo a andar sin más por una pista, tras una barrera, que se dirige al norte con el Cerro del Santo en lontananza como referencia. En seguida me doy cuenta que esta es sierra viva, con gran actividad ganadera y cinegética y con caminos al efecto para efectuar ambas actividades. Montaña de vacas, como me gustan a mí, que cada vez soy más celoso de mi integridad física. Se va ascendiendo por buen camino durante algo más de un kilómetro y medio y encontramos, un cruce. Hay que tomar el ramal a la derecha traspasando otra barrera y cruzando algo después un arroyo. Aquí el camino empeora algo y se empina un poco pero sin problema alguno. Al fondo aparece el redondeado Cerro Valderromán (2.003), nueva referencia a  cuya base nos conduce el camino sin contratiempo tras cruzar un par de barreras más. Estoy en la dehesa de la Honda, fin del camino "decente". Me encuentro con un buen número de vacas que huyen corriendo en cuanto me ven, cosa que me llama la atención y contrasta con la abulia del ganado vacuno mucho más acostumbrado a la presencia humana del Guadarrama, lo cual dicho sea de paso no deja de mosquearme un tanto. Una vez en el collado el camino vira a la izquierda y se hace sendero y, algo más adelante, rastro de senda señalizada con hitos que gana la cumbre del Cerro del Santo (2.199) en lo que es la parte más dura de la ascensión. Ya se tiene a La Serrota al alcance la mano en un recorrido evidente que pasa por el Collado de la Honda (2.178), Cerro Calamocho (2.265), otro collado de la Honda según Iberpix (2.254) y la suave subida final al vértice sobre torreta de La Serrota o Cerro del Telégrafo (2.292). Como esperaba, vistas espectaculares de Gredos desde el Pico de Casillas hasta la sierra de Candelario e incluso más allá. El Circo y sus cumbres principales enfrente mismo, la Mira, el Torozo, la sierra del Cabezo, el lejano Guadarrama en el que la claridad del día permite distinguir las inconfundibles formas de la Maliciosa y Peñalara, la vecina Paramera, los valles que se descuelgan en todas direcciones y la sensación de estar navegando sobre las inmensas llanuras hacia el norte... He tardado unas dos horas en salvar los 800 metros de desnivel y casi ocho kilómetros.

El Cerro del Santo al poco de salir

En la inmediaciones de Cepeda La Mora

Cerro de Valderromán

La Paramera y Valderromán desde el Cerro del Santo

Último arreón a la Cumbre

Circo de Gredos

Algo de zoom

La Mira

Vista al norte
Me resisto pero tras un buen rato de contemplación tengo que volver. La ruta de retorno elegida es la que sugiere la sucinta y legendaria guía del Sistema Central publicada por Luis Alejos hace un porrón de años y que es mi referencia: "De vuelta al Cerro del Santo nos desviamos (S) hacia el Canto de la Oración (2.053), descendiendo por los prados a la pista que desemboca en la carretera de Cepeda (1.500)". Así hago. No hay senda ni hitos, si acaso veredas propiciadas por el paso del ganado. Una vez en el Cerro del Santo se ven hacia abajo algo a la derecha una serie de praderas que deben ser el dichoso Canto de la Oración, recomiendo vivamente ir hacia ellas pues yo opté por acortar siguiendo el filo de la loma mientras el terreno me lo permitió y acabé metido en el clásico embarque entre escobas y piornos de estas sierras hasta dar con una pista que, a media ladera de la sierra, acaba en las praderas mencionadas. Momentos de angustia y destrozo en mis piernas que terminan llenas de arañazos. Más vacas que huyen como si hubieran visto al mismo diablo."¿Qué no las harán los lugareños?", llego a pensar. Las sigo por el camino, de nuevo hacia el norte, hasta dar con el pequeño circo glaciar que se forma en la ladera este del Cerro del Santo. Una vez aquí se trata de bajar por el arroyo que aquí nace, campo a través pero por piso no hiriente, hasta dar con una finca (Corral de Majaramojo), que atravesamos. Aquí ya retomamos la pista por que subimos a la mañana y en un periquete volvemos al coche. Mañana magnífica que en unas cuatro horas y media paradas incluidas me ha permitido conocer este sorprendente macizo.

Vacas a más de 2.000 metros


(?)

Pequeño infierno

Circo Glaciar

Praderas

Finca de Majaramojo


Croquis hasta que me quedé sin batería